El comercio local valenciano: la lucha por sobrevivir en un mundo de riesgo
En 2017, uno de cada cinco autónomos en España habría preferido trabajar por cuenta ajena. Son datos del Instituto Nacional de Estadística para ese año. Si volviésemos a plantear esta pregunta en el año 2022, es más que probable que esa proporción aumentara. Y es que, también según el INE, la mayoría los trabajadores por cuenta propia lo son en pequeños comercios, en muchas ocasiones, familiares.
A los tradicionales retos a los que tenían que hacer frente este tipo de negocios (los fenómenos de integración de la propiedad, el aumento de la competencia y la proliferación de marcas distribuidoras de bajo coste, según el PATSECOVA, el Plan de Acción para el Comercio de la Generalitat Valenciana), se han sumado, ahora, dos crisis sin precedentes: la primera, sanitaria; la segunda, inflacionaria.
De los establecimientos consultados, la mayoría han optado por no subir los precios, tratando de aguantar por sí solos las consecuencias de la inflación, de momento. “Si esto se alargara mucho, sí tendríamos que subir los precios”, cuenta Verónica. No es así en la tienda Manay, donde trabaja Rosa, donde ya han optado por subir los precios. Esto se vivió en primera persona a la hora de elaborar este reportaje: al comprar una prenda en cuya etiqueta marcaba 15’90€, nos cobraron finalmente 16’09.
Al preguntar a personas que regentaban un pequeño comercio hasta antes del estallido de la pandemia, se sienten aliviados por no tener que haberse enfrentado a todo lo ocurrido desde 2020. May era dueña de Fromia, una tienda de ropa situada en la calle San Francisco de Borja, en el barrio de La Roqueta, en Valencia. “Menos mal que cerré en 2019, me habría sido imposible aguantar una crisis como esta. En parte me dio pena cerrar la tienda porque era mi proyecto, pero le libré de todo esto”, afirma en el salón de su casa.
Decidió poner fin a su proyecto porque era, según cuenta, mucho trabajo en relación con el poco beneficio obtenido. “Al principio es normal que un negocio no te de beneficios, pero ves que se va alargando y que tú no tienes capacidad para aguantar mucho tiempo”, lamenta.
En 2017, uno de cada cinco autónomos en España habría preferido trabajar por cuenta ajena. Son datos del Instituto Nacional de Estadística para ese año. Si volviésemos a plantear esta pregunta en el año 2022, es más que probable que esa proporción aumentara. Y es que, también según el INE, la mayoría los trabajadores por cuenta propia lo son en pequeños comercios, en muchas ocasiones, familiares.
A los tradicionales retos a los que tenían que hacer frente este tipo de negocios (los fenómenos de integración de la propiedad, el aumento de la competencia y la proliferación de marcas distribuidoras de bajo coste, según el PATSECOVA, el Plan de Acción para el Comercio de la Generalitat Valenciana), se han sumado, ahora, dos crisis sin precedentes: la primera, sanitaria; la segunda, inflacionaria.
De los establecimientos consultados, la mayoría han optado por no subir los precios, tratando de aguantar por sí solos las consecuencias de la inflación, de momento. “Si esto se alargara mucho, sí tendríamos que subir los precios”, cuenta Verónica. No es así en la tienda Manay, donde trabaja Rosa, donde ya han optado por subir los precios. Esto se vivió en primera persona a la hora de elaborar este reportaje: al comprar una prenda en cuya etiqueta marcaba 15’90€, nos cobraron finalmente 16’09.
Al preguntar a personas que regentaban un pequeño comercio hasta antes del estallido de la pandemia, se sienten aliviados por no tener que haberse enfrentado a todo lo ocurrido desde 2020. May era dueña de Fromia, una tienda de ropa situada en la calle San Francisco de Borja, en el barrio de La Roqueta, en Valencia. “Menos mal que cerré en 2019, me habría sido imposible aguantar una crisis como esta. En parte me dio pena cerrar la tienda porque era mi proyecto, pero le libré de todo esto”, afirma en el salón de su casa.
Decidió poner fin a su proyecto porque era, según cuenta, mucho trabajo en relación con el poco beneficio obtenido. “Al principio es normal que un negocio no te de beneficios, pero ves que se va alargando y que tú no tienes capacidad para aguantar mucho tiempo”, lamenta.