Criopreservación, la nueva apuesta en la recuperación de especies
El proyecto CRYOVAL, liderado por el investigador Víctor Gallego, busca contribuir a la preservación del fartet y el samaruc mediante técnicas innovadoras
No hace falta viajar hasta la sabana africana para encontrar especies amenazadas o en peligro de extinción. Las zonas marismeñas del litoral mediterráneo han sido durante siglos el hábitat natural de unos peces de lo más pintorescos. El fartet y el samaruc son dos de las variedades más emblemáticas de la ictofauna valenciana. Sin embargo, la llegada de especies invasoras y la huella de la actividad del ser humano han puesto en jaque la supervivencia de estos pececillos.
La Lista Roja de la IUCN ha catalogado la situación del Fartet como “en peligro”, mientras que va un paso más allá en el caso del Samaruc y lo sitúa “en peligro crítico”. Por ello, desde 2015, el Centro de Conservación de Especies Dulceacuícolas de la Comunidad Valenciana (CCEDCV) lleva a cabo una gran labor para velar por la preservación de estos peces. Mediante técnicas como la cría en cautividad o la reinserción de ejemplares en zonas especialmente despobladas, se ha conseguido frenar la tendencia decreciente en el número de ejemplares. No obstante, las cifras muestran que todavía queda mucho trabajo por delante.
![[Img #3891]](http://elsubmarino.periodismodigital.es/upload/images/06_2022/5260_captura-de-pantalla-2022-06-07-a-las-120625.png)
Es aquí donde entra en juego la criopreservación como complemento a los programas de recuperación ya implementados. Gracias al trabajo de 5 investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), en colaboración con el CCEDCV, nace el proyecto CRYOVAL. Liderado por el investigador Víctor Gallego, busca contribuir a la preservación del fartet y el samaruc mediante el empleo de técnicas que permitan tener sus recursos genéticos disponibles para cuando pueda ser necesario.
Sin embargo, ¿es esto realmente posible? Los investigadores aseguran que mediante la criopreservación, sí. Juan Asturiano, profesor miembro del grupo de acuicultura y biodiversidad de la UPV explica que esta técnica consiste en “parar la actividad de las células de cualquier tipo, a veces, durante un periodo de tiempo muy largo, y luego se puede volver a recuperar su actividad habitual”. Afirma que esta congelación de los recursos genéticos es realmente interesante para mantener la biodiversidad de un ecosistema cuando se preveé que pueda tener una degradación. “Así, si hay un desastre de cualquier tipo, esas especies podrán ser recuperadas en el futuro, cuando la situación haya pasado”, asegura Asturiano.
![[Img #3872]](http://elsubmarino.periodismodigital.es/upload/images/06_2022/2320_cryoval_upv.png)
En el caso de CRYOVAL, los investigadores han trabajado en la congelación de esperma de fartet y samaruc. En ese sentido, Víctor Gallego ha matizado que ya habían trabajado estas técnicas de criopreservación “en especies que tienen un cierto valor comercial, como la lubina o la dorada”. El reto por tanto consistía en poder aplicar los conocimientos adquiridos previamente con estos animales para poder contribuir a la conservación de especies locales amenazadas. Según afirma Gallego, conseguir estos gametos en peces es relativamente fácil. Cuando están en época de reproducción, los liberan libremente en el agua.
Sin embargo, el hándicap que tienen estas especies es que hay que salir al campo a buscarlas. “A veces ponemos las trampas con alimento y aparecen, a veces no… Y si aparecen, lo que hacemos normalmente es anestesiarlos con una solución y realizarles un masaje para que liberen los gametos y así poder guardarlos”, asegura. “Después, los llevamos al laboratorio y ahí es donde llevamos a cabo todo el proceso de criopreservación. Los congelamos en nitrógeno líquido, pero acompañados de unas sustancias llamados crioprotectores, que permiten que no se rompa la célula en situaciones de frío extremo, que no se formen cristales, o que no exploten”, finalizó.
Pero a pesar de los avances logrados, el proyecto CRYOVAL no ha podido cumplir con su razón de ser. “Todavía no tenemos un criobanco de recursos genéticos”, admite Juan Asturiano. Los investigadores explican que, tras terminar el primer año de investigación con serias dificultades, se quedaron sin fondos para continuar. Ahora, el futuro de CRYOVAL, y por ende de la conservación del fartet y el samaruc, depende de la tediosa consecución de financiación.

La Lista Roja de la IUCN ha catalogado la situación del Fartet como “en peligro”, mientras que va un paso más allá en el caso del Samaruc y lo sitúa “en peligro crítico”. Por ello, desde 2015, el Centro de Conservación de Especies Dulceacuícolas de la Comunidad Valenciana (CCEDCV) lleva a cabo una gran labor para velar por la preservación de estos peces. Mediante técnicas como la cría en cautividad o la reinserción de ejemplares en zonas especialmente despobladas, se ha conseguido frenar la tendencia decreciente en el número de ejemplares. No obstante, las cifras muestran que todavía queda mucho trabajo por delante.
Es aquí donde entra en juego la criopreservación como complemento a los programas de recuperación ya implementados. Gracias al trabajo de 5 investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), en colaboración con el CCEDCV, nace el proyecto CRYOVAL. Liderado por el investigador Víctor Gallego, busca contribuir a la preservación del fartet y el samaruc mediante el empleo de técnicas que permitan tener sus recursos genéticos disponibles para cuando pueda ser necesario.
Sin embargo, ¿es esto realmente posible? Los investigadores aseguran que mediante la criopreservación, sí. Juan Asturiano, profesor miembro del grupo de acuicultura y biodiversidad de la UPV explica que esta técnica consiste en “parar la actividad de las células de cualquier tipo, a veces, durante un periodo de tiempo muy largo, y luego se puede volver a recuperar su actividad habitual”. Afirma que esta congelación de los recursos genéticos es realmente interesante para mantener la biodiversidad de un ecosistema cuando se preveé que pueda tener una degradación. “Así, si hay un desastre de cualquier tipo, esas especies podrán ser recuperadas en el futuro, cuando la situación haya pasado”, asegura Asturiano.
En el caso de CRYOVAL, los investigadores han trabajado en la congelación de esperma de fartet y samaruc. En ese sentido, Víctor Gallego ha matizado que ya habían trabajado estas técnicas de criopreservación “en especies que tienen un cierto valor comercial, como la lubina o la dorada”. El reto por tanto consistía en poder aplicar los conocimientos adquiridos previamente con estos animales para poder contribuir a la conservación de especies locales amenazadas. Según afirma Gallego, conseguir estos gametos en peces es relativamente fácil. Cuando están en época de reproducción, los liberan libremente en el agua.
Sin embargo, el hándicap que tienen estas especies es que hay que salir al campo a buscarlas. “A veces ponemos las trampas con alimento y aparecen, a veces no… Y si aparecen, lo que hacemos normalmente es anestesiarlos con una solución y realizarles un masaje para que liberen los gametos y así poder guardarlos”, asegura. “Después, los llevamos al laboratorio y ahí es donde llevamos a cabo todo el proceso de criopreservación. Los congelamos en nitrógeno líquido, pero acompañados de unas sustancias llamados crioprotectores, que permiten que no se rompa la célula en situaciones de frío extremo, que no se formen cristales, o que no exploten”, finalizó.
Pero a pesar de los avances logrados, el proyecto CRYOVAL no ha podido cumplir con su razón de ser. “Todavía no tenemos un criobanco de recursos genéticos”, admite Juan Asturiano. Los investigadores explican que, tras terminar el primer año de investigación con serias dificultades, se quedaron sin fondos para continuar. Ahora, el futuro de CRYOVAL, y por ende de la conservación del fartet y el samaruc, depende de la tediosa consecución de financiación.