Slow Food y vida estudiantil
El movimiento Slow Food y la vida estudiantil puede parecer una contradicción a primera vista. Es cierto que la filosofía del bio, de lo local y del KM0 se entiende como algo complicado y totalmente distinto del modo de vida fácil, rápido y barato que buscan los estudiantes. Sin embargo es una idea errónea, ya que participar en el slow food no significa gastar más dinero o más tiempo.
Comer frutas y verduras de temporada o comer menos carne son acciones accesibles a todos y que no suponen un gasto monetario más alto. Siguiendo el calendario de los productos de temporada, estos se pueden encontrar perfectamente en los supermercados habituales. Es más, comer menos carne puede hasta reducir el presupuesto. Apostar por las legumbres también. O también... disfrutar de su comida con los dedos.
Los estudiantes son jóvenes que necesitan energía para desarrollar sus proyectos, aprobar sus exámenes y se dice que la comida es la gasolina del cuerpo. Por ello, cuidar lo que hay en su plato puede ser la clave para tener éxito. ¿Entonces el Slow Food es una contradicción o un beneficio?
En la actualidad, existen varias iniciativas accesibles para todos que promueven un consumo más consciente y sostenible. Una de estas iniciativas es la aplicación Too Good to Go, que permite adquirir productos no vendidos por restaurantes o supermercados a precios reducidos. Esta plataforma contribuye a reducir el desperdicio alimentario al tiempo que brinda la oportunidad de acceder a alimentos a aquellos que podrían tener dificultades económicas. En el año 2020, solo en España, esta aplicación logró salvar más de un millón de paquetes de comida.
No obstante, aunque esta iniciativa es valiosa, se centra en consumir lo que ya existe en lugar de fomentar el consumo local. Para aquellos interesados en productos de origen local, existe otra aplicación llamada Agrari, desarrollada en Valencia. Esta plataforma permite a los usuarios comprar verduras y frutas cultivadas en la huerta valenciana a través de Internet. Agrari se destaca por entregar los productos en menos de 24 horas, brindando la oportunidad de disfrutar de alimentos frescos. Lo interesante es que los precios no difieren de los que se encuentran en grandes cadenas de supermercados como Carrefour, e incluso incluyen la entrega a domicilio. La diferencia radica en la calidad del producto y el compromiso que se establece con los agricultores locales. No son los unicos proyectos ya que la Comunidad Valenciana es rica en mercados y restaurantes slow food.
Los jóvenes y estudiantes desempeñan un papel fundamental como agentes de cambio en el consumo responsable. Han sido protagonistas de nuevas tendencias, como lo hemos visto con la plataforma Vinted, que promueve el reciclaje y una mayor conciencia sobre la sostenibilidad. Entonces, ¿por qué no trasladar esta tendencia al ámbito de la alimentación?
Comer frutas y verduras de temporada o comer menos carne son acciones accesibles a todos y que no suponen un gasto monetario más alto. Siguiendo el calendario de los productos de temporada, estos se pueden encontrar perfectamente en los supermercados habituales. Es más, comer menos carne puede hasta reducir el presupuesto. Apostar por las legumbres también. O también... disfrutar de su comida con los dedos.
Los estudiantes son jóvenes que necesitan energía para desarrollar sus proyectos, aprobar sus exámenes y se dice que la comida es la gasolina del cuerpo. Por ello, cuidar lo que hay en su plato puede ser la clave para tener éxito. ¿Entonces el Slow Food es una contradicción o un beneficio?
En la actualidad, existen varias iniciativas accesibles para todos que promueven un consumo más consciente y sostenible. Una de estas iniciativas es la aplicación Too Good to Go, que permite adquirir productos no vendidos por restaurantes o supermercados a precios reducidos. Esta plataforma contribuye a reducir el desperdicio alimentario al tiempo que brinda la oportunidad de acceder a alimentos a aquellos que podrían tener dificultades económicas. En el año 2020, solo en España, esta aplicación logró salvar más de un millón de paquetes de comida.
No obstante, aunque esta iniciativa es valiosa, se centra en consumir lo que ya existe en lugar de fomentar el consumo local. Para aquellos interesados en productos de origen local, existe otra aplicación llamada Agrari, desarrollada en Valencia. Esta plataforma permite a los usuarios comprar verduras y frutas cultivadas en la huerta valenciana a través de Internet. Agrari se destaca por entregar los productos en menos de 24 horas, brindando la oportunidad de disfrutar de alimentos frescos. Lo interesante es que los precios no difieren de los que se encuentran en grandes cadenas de supermercados como Carrefour, e incluso incluyen la entrega a domicilio. La diferencia radica en la calidad del producto y el compromiso que se establece con los agricultores locales. No son los unicos proyectos ya que la Comunidad Valenciana es rica en mercados y restaurantes slow food.
Los jóvenes y estudiantes desempeñan un papel fundamental como agentes de cambio en el consumo responsable. Han sido protagonistas de nuevas tendencias, como lo hemos visto con la plataforma Vinted, que promueve el reciclaje y una mayor conciencia sobre la sostenibilidad. Entonces, ¿por qué no trasladar esta tendencia al ámbito de la alimentación?