Enfrentando el desafío invisible: El impacto de la pandemia en la salud mental de los jóvenes
Los jóvenes de entre 18 y 19 años presentan un porcentaje más elevado de lo que se denomina "fatiga pandémica"
La salud mental es uno de los tabús más extendidos en nuestras sociedades. El miedo a hablar sobre trastornos psicológicos hace que parezca un problema aislado, pero realmente está muy extendido. Además, la adolescencia y la juventud son un caldo de cultivo para desarrollar enfermedades mentales. Demuestran esto datos como que, según el último estudo de la Organización Mundial de la Salud, uno de cada siete jóvenes de 10 a 19 años padece algún trastorno mental, o que el suicidio es la cuarta causa de muerte entre personas de entre 15 y 29 años.
Si fuera poco, a esto se ha sumado la situación pandémica que ha impactado fuertemente en la vida de todos, pero en especial en la de los jóvenes, cortándoles todo tipo de posibilidad de socialización durante meses y limitándoles durante más de un año. Un estudio realizado por el CSIC sobre la pandemia de COVID - 19 plasma que los jóvenes son el segmento de la sociedad que más síntomas muestra de la denominada “fatiga pandémica”.
En cierto sentido el COVID-19 ha supuesto un trauma para muchos jóvenes al forzarlos a cambiar por completo su estilo de vida de un día para otro. Es una edad en la que la socialización marca una gran parte de los hábitos, y el aislamiento y falta de contacto con otros jóvenes sumada a la situación de incertidumbre potencia seriamente el desarrollo de trastornos psicológicos. De hecho, según un estudio de la Universidad de Oviedo que se centra en la salud mental de los universitarios en la post-pandemia, casi un 48% de los jóvenes tiene un caso clínico de ansiedad y un 21% un caso clínico de depresión.
Cifras como estas piden a gritos que se normalice la conversación sobre salud mental y que se ofrezca a los que lo necesiten las herramientas necesarias para que se puedan volver a sentir bien. En este sentido también nos falta como sociedad normalizar el hecho de acudir a terapia, porque al final “la psicología es eso, coger herramientas que están constatadas científicamente y usarlas para el beneficio de la otra persona que lo esté pasando mal. La psicología la tendríamos que tener presente todos los días de nuestra vida”, comenta el estudiante de psicología Matías Pereyra.
Desde luego que la salud mental se plantea como uno de los grandes problemas de las sociedades occidentales del siglo XXI en las que, teniendo todas nuestras necesidades básicas cubiertas, estamos en una constante búsqueda de la felicidad. En este sentido, también hay otros aspectos, como las redes sociales o la necesidad de estar constantemente conectados, que tienen un impacto negativo sobre nuestra psique, y es por ello que debemos propiciar una conversación abierta sobre la gran diversidad de aspectos que nos evitan ser una sociedad que goce de una buena salud mental.
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La salud mental es uno de los tabús más extendidos en nuestras sociedades. El miedo a hablar sobre trastornos psicológicos hace que parezca un problema aislado, pero realmente está muy extendido. Además, la adolescencia y la juventud son un caldo de cultivo para desarrollar enfermedades mentales. Demuestran esto datos como que, según el último estudo de la Organización Mundial de la Salud, uno de cada siete jóvenes de 10 a 19 años padece algún trastorno mental, o que el suicidio es la cuarta causa de muerte entre personas de entre 15 y 29 años.
Si fuera poco, a esto se ha sumado la situación pandémica que ha impactado fuertemente en la vida de todos, pero en especial en la de los jóvenes, cortándoles todo tipo de posibilidad de socialización durante meses y limitándoles durante más de un año. Un estudio realizado por el CSIC sobre la pandemia de COVID - 19 plasma que los jóvenes son el segmento de la sociedad que más síntomas muestra de la denominada “fatiga pandémica”.
En cierto sentido el COVID-19 ha supuesto un trauma para muchos jóvenes al forzarlos a cambiar por completo su estilo de vida de un día para otro. Es una edad en la que la socialización marca una gran parte de los hábitos, y el aislamiento y falta de contacto con otros jóvenes sumada a la situación de incertidumbre potencia seriamente el desarrollo de trastornos psicológicos. De hecho, según un estudio de la Universidad de Oviedo que se centra en la salud mental de los universitarios en la post-pandemia, casi un 48% de los jóvenes tiene un caso clínico de ansiedad y un 21% un caso clínico de depresión.
Cifras como estas piden a gritos que se normalice la conversación sobre salud mental y que se ofrezca a los que lo necesiten las herramientas necesarias para que se puedan volver a sentir bien. En este sentido también nos falta como sociedad normalizar el hecho de acudir a terapia, porque al final “la psicología es eso, coger herramientas que están constatadas científicamente y usarlas para el beneficio de la otra persona que lo esté pasando mal. La psicología la tendríamos que tener presente todos los días de nuestra vida”, comenta el estudiante de psicología Matías Pereyra.
Desde luego que la salud mental se plantea como uno de los grandes problemas de las sociedades occidentales del siglo XXI en las que, teniendo todas nuestras necesidades básicas cubiertas, estamos en una constante búsqueda de la felicidad. En este sentido, también hay otros aspectos, como las redes sociales o la necesidad de estar constantemente conectados, que tienen un impacto negativo sobre nuestra psique, y es por ello que debemos propiciar una conversación abierta sobre la gran diversidad de aspectos que nos evitan ser una sociedad que goce de una buena salud mental.