El papel de la docencia en el Acoso Escolar
Paula Castell Bort es una joven profesora que, durante su trayectoria, ha tenido que intervenir en muchos casos de acoso escolar
A pesar de ser una joven maestra, Paula Castell Bort, de 25 años, tiene mucha experiencia en el ámbito educativo. Obtuvo su diploma de Magisterio (Educación Infantil y Educación Primaria con mención de Inglés) en Valencia en el año 2018 y desde entonces ha trabajado en varios centros. Ha estado en los siguientes colegios: Dominicas Paterna, Nuestra Señora de la Salud Xirivella, San Jaime Apostó de Moncada. Actualmente, Castell trabaja como profesora-tutora en el colegio San Jaime Apóstol en Moncada para niños de 2º de Infantil. En su trayectoria como profesora, lamentablemente, ha tenido que intervenir en muchos casos de acoso escolar.
Pregunta: Desde la Universidad, ¿cómo te prepararon para afrontar los futuros casos de acoso que verías en los colegios?
Respuesta: En la Universidad, no nos dieron ningunas pautas a seguir para enfrentarnos al acoso escolar. Sí que aprendimos una serie de herramientas para resolver conflictos menores en el patio y en las aulas. A mí, personalmente, no me gusta recurrir al castigo ni a los enfados. Los maestros lo conocemos como “disciplina positiva”. Profesores como yo, preferimos recurrir al diálogo. Sí que es verdad que cada centro debe de tener su propio plan de acción ante casos de acoso escolar. Para llevar a cabo este plan, se deben poner de acuerdo los profesores, los tutores, y, los que pueden llegar a ser algo más conflictivos, los padres. Sin este acuerdo de todas estas personas, los colegios no obtienen este plan de acción. Cosa que es totalmente necesaria para el correcto funcionamiento del centro.
En mi experiencia, he podido prevenir potenciales casos de acoso escolar mediante a la formación que recibí en la Universidad. Una vez empieza el acoso escolar, es difícil pararlo. Lo ideal es prevenir ante todo para nunca llegar a los límites.
Estoy contenta de que cada vez más esté más extendida la educación emocional. Actualmente, con mis niños de cuatro años, les intento inculcar mucho estos valores porque son muy importantes para mí y para nuestro centro. Sobre todo, les enseño la inteligencia interpersonal e intrapersonal, además de la tan importante empatía.
Cuando los niños son tan pequeños, muchas veces no comprenden del todo qué es lo que está bien y no lo diferencian de lo que está mal. Por eso es tan importante enseñarles todos estos conceptos. Por esta misma razón, cuando los estudiantes son tan pequeños, no podemos definirlo como acoso escolar. Ellos no entienden que están acosando a alguien y las consecuencias que esto puede tener en los compañeros. Pero sí que, mediante todas las herramientas que he mencionado, se puede evitar en gran medida los malos comportamientos entre los pequeños. Cuando crecen y ya tienen inculcadas estas informaciones, sí que podemos definirlo como bullying.
P. ¿Y desde las diferentes escuelas en las que has trabajado?
R. En los dos colegios en los que he trabajado se aplica la disciplina positiva que mencionaba anteriormente. Detrás de un comportamiento de un niño, hay un pensamiento o sensación de frustración o de incomprensión. Cuando hay casos de acoso en la escuela, la mayoría de las veces se debe a que el niño ha visto estos comportamientos en algún lugar (algún otro compañero, niños más mayores, sus propios familiares, videojuegos, televisión…). O bien puede ser porque se siente frustrado y no sabe cómo gestionar sus emociones. Suelen dejar llevar esta ira y ejercerla contra los más débiles: los niños más débiles, pequeñitos, que tienen un carácter más tranquilo y relajado. Esto ocurre tanto en infantil como en primaria.
P. Además de a través del diálogo, ¿cómo puede evitarse el acoso en las escuelas?
R. En mi experiencia, hay varios tipos de talleres que son muy eficaces a la hora de evitar malos comportamientos entre los pequeños. Juegos de rol, role playing, contar cuentos, enseñar cortometrajes, películas que hablen sobre estos temas… Las charlas de psicólogos especializados suelen ser muy efectivas también. Éstos son capaces de explicar los conceptos de una forma tan clara e interactiva, que los pequeños aprenden muy fácilmente. A través de tutorías, también hablamos mucho de estos temas. Hay que enseñarles acerca de las consecuencias, decirles “¿a tí te gustaría que esto a ti te pasase?”, que se pongan en los zapatos de los demás. Por supuesto, a los niños se les ha de poner límites y normas. La educación emocional también es increíblemente importante.
Yo creo que estos temas hay que hablarlos desde la guardería. Aunque a esas edades no lo entiendan, algo se queda en sus cabezas. El mínimo gesto incorrecto que se vea por parte de los pequeños debe frenarse desde bien pequeños. Todo esto además de educando a los niños acerca de los valores, dejarles claro lo que está bien y lo que está mal, etc.
P. ¿Cómo te sientes cuando alguno de tus alumnos se siente desplazado y/o acosado o molestado por el resto de compañeros?
R. Cuando esto ocurre, es una situación muy frustrante para el profesor. Muchas veces, gestionas la situación y actúas correctamente, aun así, te das la vuelta, y el bullying vuelve a acosar al débil. Te sientes triste por el niño que está siendo acosado. Pero, en ocasiones, el bullying está tan frustrado por temas externos, que la única forma de sentirse algo mejor es haciendo sentir inferior al débil. Y esto es algo que puede continuar haciendo por muchas broncas que le peguen, muchos castigos, o muchos diálogos calmados que se tenga con el pequeño. A estas edades es muy complicado, sobre todo cuando en muchas ocasiones, el niño puede estar sufriendo en su propia cada y debemos actuar con cuidado porque es muy probable que el niño se sienta muy mal y por eso sienta esa impotencia. Es una pena, porque al niño que está siendo acosado y en muchas ocasiones ridiculizado, se le puede quedar un trauma para toda la vida o toda la adolescencia. Comentarios como “tú no vales para jugar a fútbol”, “estás gordo” o “no puedes jugar conmigo” pueden afectar de forma muy profunda a niños de todas las edades. Y por mucho que castigues al bullying, el daño al otro niño ya está hecho. Los docentes siempre hacemos lo posible por hacer que el niño acosado se sienta lo más arropado y querido posible, y, por supuesto, contactamos con los familiares de ambos partidos.
P. ¿Crees que el bullying es inevitable?
R. Yo creo que el bullying es evitable. Si tú con un niño trabajas desde pequeño a expresar sus sentimientos y gestionar sus sentimientos, podemos evitar malos comportamientos. Enseñarles que no deben cargar sus frustraciones con los demás es crucial. Mediante una buena educación y unos límites, el bullying no tiene por qué ocurrir.
Para erradicarlo de raíz, lo ideal sería que en todas las escuelas se inculcaran estos valores de una forma tan rigurosa como en los centros en los que he tenido la suerte de trabajar. En España, es común que haya pocos tutores para la gran cantidad de alumnos que tiene cada uno. De esta forma, es evidente que es más difícil controlar estos comportamientos porque a edades tan tempranas los niños son muy revoltosos. Es muy complicado porque, además de todo esto, es importante que lleves las cuestiones académicas al día para cumplir el plan de aprendizaje. Puede llegar a ser una labor muy complicada y muy estresante, sobre todo cuando les tienes un amor y sientes una empatía enorme hacia los pequeños y deseas de todo corazón que todos y cada uno de ellos se convierta en la mejor versión de ellos mismos. Como profesor, nos dejamos la piel para conseguirlo. Y lo hacemos.
Pregunta: Desde la Universidad, ¿cómo te prepararon para afrontar los futuros casos de acoso que verías en los colegios?
Respuesta: En la Universidad, no nos dieron ningunas pautas a seguir para enfrentarnos al acoso escolar. Sí que aprendimos una serie de herramientas para resolver conflictos menores en el patio y en las aulas. A mí, personalmente, no me gusta recurrir al castigo ni a los enfados. Los maestros lo conocemos como “disciplina positiva”. Profesores como yo, preferimos recurrir al diálogo. Sí que es verdad que cada centro debe de tener su propio plan de acción ante casos de acoso escolar. Para llevar a cabo este plan, se deben poner de acuerdo los profesores, los tutores, y, los que pueden llegar a ser algo más conflictivos, los padres. Sin este acuerdo de todas estas personas, los colegios no obtienen este plan de acción. Cosa que es totalmente necesaria para el correcto funcionamiento del centro.
En mi experiencia, he podido prevenir potenciales casos de acoso escolar mediante a la formación que recibí en la Universidad. Una vez empieza el acoso escolar, es difícil pararlo. Lo ideal es prevenir ante todo para nunca llegar a los límites.
Estoy contenta de que cada vez más esté más extendida la educación emocional. Actualmente, con mis niños de cuatro años, les intento inculcar mucho estos valores porque son muy importantes para mí y para nuestro centro. Sobre todo, les enseño la inteligencia interpersonal e intrapersonal, además de la tan importante empatía.
Cuando los niños son tan pequeños, muchas veces no comprenden del todo qué es lo que está bien y no lo diferencian de lo que está mal. Por eso es tan importante enseñarles todos estos conceptos. Por esta misma razón, cuando los estudiantes son tan pequeños, no podemos definirlo como acoso escolar. Ellos no entienden que están acosando a alguien y las consecuencias que esto puede tener en los compañeros. Pero sí que, mediante todas las herramientas que he mencionado, se puede evitar en gran medida los malos comportamientos entre los pequeños. Cuando crecen y ya tienen inculcadas estas informaciones, sí que podemos definirlo como bullying.
P. ¿Y desde las diferentes escuelas en las que has trabajado?
R. En los dos colegios en los que he trabajado se aplica la disciplina positiva que mencionaba anteriormente. Detrás de un comportamiento de un niño, hay un pensamiento o sensación de frustración o de incomprensión. Cuando hay casos de acoso en la escuela, la mayoría de las veces se debe a que el niño ha visto estos comportamientos en algún lugar (algún otro compañero, niños más mayores, sus propios familiares, videojuegos, televisión…). O bien puede ser porque se siente frustrado y no sabe cómo gestionar sus emociones. Suelen dejar llevar esta ira y ejercerla contra los más débiles: los niños más débiles, pequeñitos, que tienen un carácter más tranquilo y relajado. Esto ocurre tanto en infantil como en primaria.
P. Además de a través del diálogo, ¿cómo puede evitarse el acoso en las escuelas?
R. En mi experiencia, hay varios tipos de talleres que son muy eficaces a la hora de evitar malos comportamientos entre los pequeños. Juegos de rol, role playing, contar cuentos, enseñar cortometrajes, películas que hablen sobre estos temas… Las charlas de psicólogos especializados suelen ser muy efectivas también. Éstos son capaces de explicar los conceptos de una forma tan clara e interactiva, que los pequeños aprenden muy fácilmente. A través de tutorías, también hablamos mucho de estos temas. Hay que enseñarles acerca de las consecuencias, decirles “¿a tí te gustaría que esto a ti te pasase?”, que se pongan en los zapatos de los demás. Por supuesto, a los niños se les ha de poner límites y normas. La educación emocional también es increíblemente importante.
Yo creo que estos temas hay que hablarlos desde la guardería. Aunque a esas edades no lo entiendan, algo se queda en sus cabezas. El mínimo gesto incorrecto que se vea por parte de los pequeños debe frenarse desde bien pequeños. Todo esto además de educando a los niños acerca de los valores, dejarles claro lo que está bien y lo que está mal, etc.
P. ¿Cómo te sientes cuando alguno de tus alumnos se siente desplazado y/o acosado o molestado por el resto de compañeros?
R. Cuando esto ocurre, es una situación muy frustrante para el profesor. Muchas veces, gestionas la situación y actúas correctamente, aun así, te das la vuelta, y el bullying vuelve a acosar al débil. Te sientes triste por el niño que está siendo acosado. Pero, en ocasiones, el bullying está tan frustrado por temas externos, que la única forma de sentirse algo mejor es haciendo sentir inferior al débil. Y esto es algo que puede continuar haciendo por muchas broncas que le peguen, muchos castigos, o muchos diálogos calmados que se tenga con el pequeño. A estas edades es muy complicado, sobre todo cuando en muchas ocasiones, el niño puede estar sufriendo en su propia cada y debemos actuar con cuidado porque es muy probable que el niño se sienta muy mal y por eso sienta esa impotencia. Es una pena, porque al niño que está siendo acosado y en muchas ocasiones ridiculizado, se le puede quedar un trauma para toda la vida o toda la adolescencia. Comentarios como “tú no vales para jugar a fútbol”, “estás gordo” o “no puedes jugar conmigo” pueden afectar de forma muy profunda a niños de todas las edades. Y por mucho que castigues al bullying, el daño al otro niño ya está hecho. Los docentes siempre hacemos lo posible por hacer que el niño acosado se sienta lo más arropado y querido posible, y, por supuesto, contactamos con los familiares de ambos partidos.
P. ¿Crees que el bullying es inevitable?
R. Yo creo que el bullying es evitable. Si tú con un niño trabajas desde pequeño a expresar sus sentimientos y gestionar sus sentimientos, podemos evitar malos comportamientos. Enseñarles que no deben cargar sus frustraciones con los demás es crucial. Mediante una buena educación y unos límites, el bullying no tiene por qué ocurrir.
Para erradicarlo de raíz, lo ideal sería que en todas las escuelas se inculcaran estos valores de una forma tan rigurosa como en los centros en los que he tenido la suerte de trabajar. En España, es común que haya pocos tutores para la gran cantidad de alumnos que tiene cada uno. De esta forma, es evidente que es más difícil controlar estos comportamientos porque a edades tan tempranas los niños son muy revoltosos. Es muy complicado porque, además de todo esto, es importante que lleves las cuestiones académicas al día para cumplir el plan de aprendizaje. Puede llegar a ser una labor muy complicada y muy estresante, sobre todo cuando les tienes un amor y sientes una empatía enorme hacia los pequeños y deseas de todo corazón que todos y cada uno de ellos se convierta en la mejor versión de ellos mismos. Como profesor, nos dejamos la piel para conseguirlo. Y lo hacemos.