El Acoso Escolar, una realidad dentro de las aulas
Con tan solo ocho años, Carolina Domínguez tuvo que sobrellevar una de las peores pesadillas a las que un niño se puede enfrentar
Carolina Domínguez fue una de las cientos de víctimas que sufren a diario acoso escolar. Al principio pensaba que solo se trataba de una broma pesada, pero con el tiempo, decidió contarlo y pedir ayuda. Gracias a los profesores, y, sobre todo a los psicólogos, consiguió enfrentarse a uno de sus mayores miedos y salir adelante.
Pregunta. ¿Cómo definirías el acoso escolar?
Respuesta. Definiría el acoso escolar como una pesadilla para aquella persona que lo sufre, consiste básicamente en situaciones en las que los niños deciden meterse con alguien y molestan o incluso llegan a agredir a sus víctimas con el fin de divertirse, desgraciadamente son niños y no son conscientes del daño que pueden causar.
P. ¿Eras consciente de que estabas sufriendo bullying?
R. Era muy pequeña y al principio no era consciente, de hecho, me lo tomaba a risa. Pero esto era como un escudo. Con ocho años, no quieres ver cómo se meten contigo o cómo te hacen sentir inferior. Entonces, como ellos se reían, yo también lo hacía. Pensaba que era algo gracioso y divertido, pero, con el paso del tiempo, y ver que era algo permanente y constante, me llegó a afectar bastante y perjudicó mucho a mi autoestima.
P. ¿Qué tipo de acoso sufrías? ¿Por qué crees que lo hacían?
R. Sufría acoso principalmente en clase. Como era pequeña, creo que tuve algo de suerte porque todavía no tenía móvil ni redes sociales. Así que, aunque era duro, era todo como más directo, sobre todo en los recreos. Con ocho años llevaba aparato, gafas, tenía el pelo muy corto y encima siempre destacaba por mi altura por lo que muchas veces recibía insultos relacionados con mi físico como “jirafa”, “gafotas” o “robot” por los aparatos.
P. ¿En qué momento decidiste pedir ayuda? ¿Cómo te sentiste?
R. Después de muchos meses, llegué a una situación en la que no aguantaba más, esto para un niño pequeño es muy complicado porque ni tú mismo sabes lo que está pasando. Pero un día, al llegar a casa, hablé con mi familia. Rápidamente, ellos se pusieron en contacto con el colegio y empezaron a tomar medidas y los alumnos que se metían conmigo tuvieron castigos e incluso llegó a haber alguna expulsión. Con el paso del tiempo, esto se fue minimizando y dejé de sufrir acoso. También, mis padres me llevaron de inmediato a un psicólogo especializado en este tipo de casos para poder llevar mejor la situación, saber cómo reaccionar y actuar y para mejorar mi autoestima.
Al contarlo, al principio me sentí un poco incomprendida, sobre todo por parte del colegio. Ellos pensaban que era una cosa de niños, hasta que vieron que la cosa era seria y fue cuando empezaron a adoptar medidas.
P. ¿Qué le dirías a una persona que está pasando por esto?
R. A alguien que está pasando por lo mismo o por algo similar, le diría que lo primero que tiene que hacer es pedir ayuda, que no tenga miedo de hacerlo. Afrontar esto solo es muy difícil. Siempre hay gente que te va a poder ayudar para que puedas salir de esta pesadilla y que el bullying se acabe.
Pregunta. ¿Cómo definirías el acoso escolar?
Respuesta. Definiría el acoso escolar como una pesadilla para aquella persona que lo sufre, consiste básicamente en situaciones en las que los niños deciden meterse con alguien y molestan o incluso llegan a agredir a sus víctimas con el fin de divertirse, desgraciadamente son niños y no son conscientes del daño que pueden causar.
P. ¿Eras consciente de que estabas sufriendo bullying?
R. Era muy pequeña y al principio no era consciente, de hecho, me lo tomaba a risa. Pero esto era como un escudo. Con ocho años, no quieres ver cómo se meten contigo o cómo te hacen sentir inferior. Entonces, como ellos se reían, yo también lo hacía. Pensaba que era algo gracioso y divertido, pero, con el paso del tiempo, y ver que era algo permanente y constante, me llegó a afectar bastante y perjudicó mucho a mi autoestima.
P. ¿Qué tipo de acoso sufrías? ¿Por qué crees que lo hacían?
R. Sufría acoso principalmente en clase. Como era pequeña, creo que tuve algo de suerte porque todavía no tenía móvil ni redes sociales. Así que, aunque era duro, era todo como más directo, sobre todo en los recreos. Con ocho años llevaba aparato, gafas, tenía el pelo muy corto y encima siempre destacaba por mi altura por lo que muchas veces recibía insultos relacionados con mi físico como “jirafa”, “gafotas” o “robot” por los aparatos.
P. ¿En qué momento decidiste pedir ayuda? ¿Cómo te sentiste?
R. Después de muchos meses, llegué a una situación en la que no aguantaba más, esto para un niño pequeño es muy complicado porque ni tú mismo sabes lo que está pasando. Pero un día, al llegar a casa, hablé con mi familia. Rápidamente, ellos se pusieron en contacto con el colegio y empezaron a tomar medidas y los alumnos que se metían conmigo tuvieron castigos e incluso llegó a haber alguna expulsión. Con el paso del tiempo, esto se fue minimizando y dejé de sufrir acoso. También, mis padres me llevaron de inmediato a un psicólogo especializado en este tipo de casos para poder llevar mejor la situación, saber cómo reaccionar y actuar y para mejorar mi autoestima.
Al contarlo, al principio me sentí un poco incomprendida, sobre todo por parte del colegio. Ellos pensaban que era una cosa de niños, hasta que vieron que la cosa era seria y fue cuando empezaron a adoptar medidas.
P. ¿Qué le dirías a una persona que está pasando por esto?
R. A alguien que está pasando por lo mismo o por algo similar, le diría que lo primero que tiene que hacer es pedir ayuda, que no tenga miedo de hacerlo. Afrontar esto solo es muy difícil. Siempre hay gente que te va a poder ayudar para que puedas salir de esta pesadilla y que el bullying se acabe.