Tratar adecuadamente el suicidio para prevenirlo
Cada dos horas y media se suicida una persona en España, diez al día: los muertos por suicidio duplican a los accidentes de tráfico, superan en once veces a los homicidios y en ochenta a los de violencia de género. Son los últimos datos que el INE reflejó en 2018; la entidad dejó de contabilizar los casos ese mismo año, aunque en la actualidad, la tabla de datos “Defunciones por suicidio” aparece como la más consultada por los internautas. Otro dato alarmante es que las tentativas de suicidio y autolesión por parte de la población juvenil han aumentado un 250% a causa de la pandemia, según los resultados del Colegio Oficial de Psicología de Madrid. Lo más preocupante es que el suicidio es la primera causa de muerte externa en España y que el Plan Nacional de Prevención, aprobado en 2018 por unanimidad en el Congreso, sigue en el tintero. “Nos sentimos orgullosos de la sanidad pública de nuestro país, pero la situación de la salud mental es caótica”, lamenta Eva Macías, psiquiatra en el centro Sara Navarrete de Valencia.
María de Quesada intentó suicidarse a los 15 años. Su historia quedó oculta por el miedo al rechazo de la sociedad. “Sobreviví al suicidio, pero también al proceso personal que supuso a largo plazo. Como era un tema tabú, pasé el mal trago sola”. En 2021, con 42 años, ha podido compartir su experiencia a través de un libro y una asociación de prevención: La niña amarilla. A lo largo de su vida, la autora se dio cuenta que las conductas suicidas son comportamientos habituales en las personas y decidió aportar su granito de arena.

María de Quesada presenta su libro “La niña amarilla” en la Feria del Libro de Valencia.
María explica que estudió Periodismo y que durante la carrera aconsejaban evitar el asunto por el efecto contagio que podía causar. La periodista denuncia que ni los medios de comunicación piden datos sobre suicidios ni la propia policía informa de las operaciones. “Solo se notifican los suicidios cometidos por personas relevantes o realizados en la vía pública. No hay término medio: se pasa del silencio al espectáculo”, defiende María. En su opinión, ocultar el problema y no hablar de él hace que la persona que piensa en quitarse la vida se sienta aún más sola e incomprendida. La propia OMS establece que no debe informarse acerca del suicidio como algo inexplicable y simplista. La máxima autoridad mundial sanitaria también apunta en sus pautas que deberán evitarse las descripciones detalles del método usado, así como ubicar la noticia en portada.
El suicidio va encontrando su espacio en los medios de comunicación, pero el tratamiento informativo sigue estando lejos del objetivo. “Está claro que es un tema oscuro, pero evitemos la imagen de la persona en la cornisa, las pastillas y la soga”, manifiesta Eva Macías. Tanto la psiquiatra como María de Quesada estiman que queda mucha labor de visibilización e información por parte de los medios; actores que deberían motivar los cambios sociales, no silenciarlos.
Cada dos horas y media se suicida una persona en España, diez al día: los muertos por suicidio duplican a los accidentes de tráfico, superan en once veces a los homicidios y en ochenta a los de violencia de género. Son los últimos datos que el INE reflejó en 2018; la entidad dejó de contabilizar los casos ese mismo año, aunque en la actualidad, la tabla de datos “Defunciones por suicidio” aparece como la más consultada por los internautas. Otro dato alarmante es que las tentativas de suicidio y autolesión por parte de la población juvenil han aumentado un 250% a causa de la pandemia, según los resultados del Colegio Oficial de Psicología de Madrid. Lo más preocupante es que el suicidio es la primera causa de muerte externa en España y que el Plan Nacional de Prevención, aprobado en 2018 por unanimidad en el Congreso, sigue en el tintero. “Nos sentimos orgullosos de la sanidad pública de nuestro país, pero la situación de la salud mental es caótica”, lamenta Eva Macías, psiquiatra en el centro Sara Navarrete de Valencia.
María de Quesada intentó suicidarse a los 15 años. Su historia quedó oculta por el miedo al rechazo de la sociedad. “Sobreviví al suicidio, pero también al proceso personal que supuso a largo plazo. Como era un tema tabú, pasé el mal trago sola”. En 2021, con 42 años, ha podido compartir su experiencia a través de un libro y una asociación de prevención: La niña amarilla. A lo largo de su vida, la autora se dio cuenta que las conductas suicidas son comportamientos habituales en las personas y decidió aportar su granito de arena.
María de Quesada presenta su libro “La niña amarilla” en la Feria del Libro de Valencia.
María explica que estudió Periodismo y que durante la carrera aconsejaban evitar el asunto por el efecto contagio que podía causar. La periodista denuncia que ni los medios de comunicación piden datos sobre suicidios ni la propia policía informa de las operaciones. “Solo se notifican los suicidios cometidos por personas relevantes o realizados en la vía pública. No hay término medio: se pasa del silencio al espectáculo”, defiende María. En su opinión, ocultar el problema y no hablar de él hace que la persona que piensa en quitarse la vida se sienta aún más sola e incomprendida. La propia OMS establece que no debe informarse acerca del suicidio como algo inexplicable y simplista. La máxima autoridad mundial sanitaria también apunta en sus pautas que deberán evitarse las descripciones detalles del método usado, así como ubicar la noticia en portada.
El suicidio va encontrando su espacio en los medios de comunicación, pero el tratamiento informativo sigue estando lejos del objetivo. “Está claro que es un tema oscuro, pero evitemos la imagen de la persona en la cornisa, las pastillas y la soga”, manifiesta Eva Macías. Tanto la psiquiatra como María de Quesada estiman que queda mucha labor de visibilización e información por parte de los medios; actores que deberían motivar los cambios sociales, no silenciarlos.