Artesanía fallera: la voz detrás de la tradición
Indumentaristas valencianos detallan cómo es el minucioso trabajo que exige la confección de los trajes falleros
Taller de indumentaria valenciana Montaña Caballero
Con el sol de marzo y la festividad de San José a la vuelta de la esquina, Valencia se prepara para su celebración más representativa: las Fallas. La fiesta del folklore valenciano transforma la ciudad con banderines, luces, colores y el resonar de las mascletás. Sin embargo, detrás de una semana de festividades, hay 365 días de trabajo, especialmente artesanal.
Las Fallas de Valencia son una celebración que destaca por su artesanía, que mantiene viva la tradición y la cultura valenciana. Desde la construcción de los monumentos hasta el diseño de la pirotecnia, pasando por la gastronomía mediterránea y su música en los pasacalles, la artesanía es fundamental en cada aspecto de la fiesta. Pero, si algo identifica la tradición valenciana, es sin duda, su característica indumentaria.
La indumentaria fallera se ha convertido en un símbolo icónico de las Fallas de Valencia. Los talleres dedicados a la confección de estos trajes desempeñan un papel fundamental en la preservación y evolución de esta tradición, combinando técnicas artesanales con un profundo respeto a la historia y la cultura.
Al finalizar los días grandes de la festividad, los talleres abren sus agendas de cara a las próximas fallas. La organización es fundamental para asegurar una atención personalizada y de calidad a las clientas. En el caso de la modista Lucía Sánchez, ella cuenta con un taller pequeño, de barrio, situado en el Cabanyal, donde trabaja con dos modistas más. "Las tres hacemos lo mismo. Igual una hace el patrón y yo lo corto en la torta, o esa persona hace la falda. Las tres podemos hacerlo todo", asegura Lucía.
El volumen de trabajo en el taller varía a lo largo del año. Desde la temporada de fallas hasta septiembre, en Montaña Caballero manejan entre tres la carga laboral, pero en temporada alta, el equipo crece a cinco o seis para cumplir con los encargos. Lo que sí es evidente, y así lo afirman las modistas es que para poder cumplir con las entregas, la organización es primordial. "Hay veces que necesitas más tiempo, por lo que trabajamos en cadena. Este año hemos hecho para la corte de la Fallera Mayor de Valencia los trajes para la dansà, doce trajes iguales para los que se ha tenido que trabajar en cadena. Depende del volumen de trabajo te organizas de una manera o de otra", comenta Montaña.
En cuanto a la confección, elaborar un traje de indumentaria fallera conlleva numerosos desafíos. La mayoría de las indumentaristas aseguran que los cambios en el cuerpo en poco tiempo se convierten en un reto. Para evitar estas posibles complicaciones, las modistas priorizan la confección de los trajes de las clientas más adultas, cuyos cuerpos poco pueden varias, dejando a las más jóvenes para fechas más próximas a la entrega.
"Lo difícil, pero más satisfactorio para mi, es la confección de las mangas. Una manga bien puesta lo es todo", añade Lucía Sánchez a la lista de desafíos en la confección. Por su parte, Elisa Muñoz destaca el laborioso trabajo de confeccionar un corpiño, ya que se trata de doce piezas sueltas que deben ser cosidas con precisión. También las faldas también se convierten en una adversidad cuando los dibujos de las telas no coinciden exactamente, desalineación que puede llegar a arruinar el aspecto final del traje. Evidentemente, la confección de estos trajes a medida es un arte que demanda paciencia, precisión y una gran pasión por la tradición fallera.
![[Img #4563]](http://elsubmarino.periodismodigital.es/upload/images/06_2024/6813_imagen-760px.png)
Tendencias y evolución en el traje
La indumentaria fallera ha experimentado un notable regreso a sus raíces tradicionales, influenciada en gran medida por las Falleras Mayores. “El traje del siglo XIX, el de manguita de farol, en los últimos años se ha puesto más de moda”, señala Lucía, reflejando una tendencia hacia lo antiguo, con corpiños que se llevan por dentro de las faldas y cintas anchas en la cintura. Lo define Elisa Muñoz como "una vuelta a los orígenes".
En la indumentaria, las modas también tienden a ser cíclicas, y actualmente se está volviendo a los estilos populares de hace 25 años. Sin embargo, no todo vale. Montaña Caballero asegura que hay mucha información sobre los diferentes trajes tradicionales. Resulta esencial que los detalles como los ajustados de los corpiños, las flores y los dorados se expliquen bien para evitar confusiones. Por esto, ella hace hincapié en que lo 'tradicional' "significa que ha pasado de generación en generación, eso es lo realmente tradicional. Los patrones salen de piezas que se encuentran y a las que se intenta ser fiel, a los colores y a las formas, eso es tradición, lo demás es moda".
El reflejo de la ilusión, tradición y dedicación
La confección de cada traje está llena de ilusión y vínculos profundos. Pero si algo destacan las indumentaristas es el poder vestir a sus familiares. Elisa Muñoz recuerda con especial cariño el día que confeccionó el mismo traje para su hija y su hermana.
"El día que nos trajeron el primer espolín fue muy especial", confiesa Montaña Caballero, destacando la emoción de trabajar con tejidos tan significativos. Aunque otro de los días memorables para ella fue cuando la Fallera Mayor de Valencia, María Estela Arlandis, se acercó al taller por su voluntad porque quería un traje de Montaña Caballero. Además, recientemente en este taller tuvieron la oportunidad de vestir a la corte fallera para la dansà en honor a la Virgen. Un trabajo que, en palabras de la indumentarista, fue "muy estresante, pero muy especial".
El arte de la indumentaria fallera es un reflejo de la tradición, ilusión y pasión, tanto para quienes los confeccionan como para aquellos que los visten. Los indumentaristas trabajan durante todo el año para crear piezas únicas que desfilarán en las Fallas de Valencia. Esta confección es una labor que va más allá de la moda, integrando la tradición y el fervor a la herencia cultural valenciana.

Con el sol de marzo y la festividad de San José a la vuelta de la esquina, Valencia se prepara para su celebración más representativa: las Fallas. La fiesta del folklore valenciano transforma la ciudad con banderines, luces, colores y el resonar de las mascletás. Sin embargo, detrás de una semana de festividades, hay 365 días de trabajo, especialmente artesanal.
Las Fallas de Valencia son una celebración que destaca por su artesanía, que mantiene viva la tradición y la cultura valenciana. Desde la construcción de los monumentos hasta el diseño de la pirotecnia, pasando por la gastronomía mediterránea y su música en los pasacalles, la artesanía es fundamental en cada aspecto de la fiesta. Pero, si algo identifica la tradición valenciana, es sin duda, su característica indumentaria.
La indumentaria fallera se ha convertido en un símbolo icónico de las Fallas de Valencia. Los talleres dedicados a la confección de estos trajes desempeñan un papel fundamental en la preservación y evolución de esta tradición, combinando técnicas artesanales con un profundo respeto a la historia y la cultura.
Al finalizar los días grandes de la festividad, los talleres abren sus agendas de cara a las próximas fallas. La organización es fundamental para asegurar una atención personalizada y de calidad a las clientas. En el caso de la modista Lucía Sánchez, ella cuenta con un taller pequeño, de barrio, situado en el Cabanyal, donde trabaja con dos modistas más. "Las tres hacemos lo mismo. Igual una hace el patrón y yo lo corto en la torta, o esa persona hace la falda. Las tres podemos hacerlo todo", asegura Lucía.
El volumen de trabajo en el taller varía a lo largo del año. Desde la temporada de fallas hasta septiembre, en Montaña Caballero manejan entre tres la carga laboral, pero en temporada alta, el equipo crece a cinco o seis para cumplir con los encargos. Lo que sí es evidente, y así lo afirman las modistas es que para poder cumplir con las entregas, la organización es primordial. "Hay veces que necesitas más tiempo, por lo que trabajamos en cadena. Este año hemos hecho para la corte de la Fallera Mayor de Valencia los trajes para la dansà, doce trajes iguales para los que se ha tenido que trabajar en cadena. Depende del volumen de trabajo te organizas de una manera o de otra", comenta Montaña.
En cuanto a la confección, elaborar un traje de indumentaria fallera conlleva numerosos desafíos. La mayoría de las indumentaristas aseguran que los cambios en el cuerpo en poco tiempo se convierten en un reto. Para evitar estas posibles complicaciones, las modistas priorizan la confección de los trajes de las clientas más adultas, cuyos cuerpos poco pueden varias, dejando a las más jóvenes para fechas más próximas a la entrega.
"Lo difícil, pero más satisfactorio para mi, es la confección de las mangas. Una manga bien puesta lo es todo", añade Lucía Sánchez a la lista de desafíos en la confección. Por su parte, Elisa Muñoz destaca el laborioso trabajo de confeccionar un corpiño, ya que se trata de doce piezas sueltas que deben ser cosidas con precisión. También las faldas también se convierten en una adversidad cuando los dibujos de las telas no coinciden exactamente, desalineación que puede llegar a arruinar el aspecto final del traje. Evidentemente, la confección de estos trajes a medida es un arte que demanda paciencia, precisión y una gran pasión por la tradición fallera.
Tendencias y evolución en el traje
La indumentaria fallera ha experimentado un notable regreso a sus raíces tradicionales, influenciada en gran medida por las Falleras Mayores. “El traje del siglo XIX, el de manguita de farol, en los últimos años se ha puesto más de moda”, señala Lucía, reflejando una tendencia hacia lo antiguo, con corpiños que se llevan por dentro de las faldas y cintas anchas en la cintura. Lo define Elisa Muñoz como "una vuelta a los orígenes".
En la indumentaria, las modas también tienden a ser cíclicas, y actualmente se está volviendo a los estilos populares de hace 25 años. Sin embargo, no todo vale. Montaña Caballero asegura que hay mucha información sobre los diferentes trajes tradicionales. Resulta esencial que los detalles como los ajustados de los corpiños, las flores y los dorados se expliquen bien para evitar confusiones. Por esto, ella hace hincapié en que lo 'tradicional' "significa que ha pasado de generación en generación, eso es lo realmente tradicional. Los patrones salen de piezas que se encuentran y a las que se intenta ser fiel, a los colores y a las formas, eso es tradición, lo demás es moda".
El reflejo de la ilusión, tradición y dedicación
La confección de cada traje está llena de ilusión y vínculos profundos. Pero si algo destacan las indumentaristas es el poder vestir a sus familiares. Elisa Muñoz recuerda con especial cariño el día que confeccionó el mismo traje para su hija y su hermana.
"El día que nos trajeron el primer espolín fue muy especial", confiesa Montaña Caballero, destacando la emoción de trabajar con tejidos tan significativos. Aunque otro de los días memorables para ella fue cuando la Fallera Mayor de Valencia, María Estela Arlandis, se acercó al taller por su voluntad porque quería un traje de Montaña Caballero. Además, recientemente en este taller tuvieron la oportunidad de vestir a la corte fallera para la dansà en honor a la Virgen. Un trabajo que, en palabras de la indumentarista, fue "muy estresante, pero muy especial".
El arte de la indumentaria fallera es un reflejo de la tradición, ilusión y pasión, tanto para quienes los confeccionan como para aquellos que los visten. Los indumentaristas trabajan durante todo el año para crear piezas únicas que desfilarán en las Fallas de Valencia. Esta confección es una labor que va más allá de la moda, integrando la tradición y el fervor a la herencia cultural valenciana.
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