¿Es el autismo una discapacidad?
A día de hoy, mucha gente sigue aún sin saber qué es el autismo y lo que lo caracteriza. Aquí te lo explicamos.

Algunos piensan que se trata de, simplemente, una “manera distinta de operar y ser”. Por desgracia, las personas con autismo deben hacer frente a muchas dificultades y en ocasiones necesitan apoyos y acomodaciones, al igual que aquellos con discapacidades más “obvias”. Cabe destacar que el autismo no es una enfermedad mental y no existe “cura”. Estos “tratamientos milagrosos”, ya prohibidos en la mayoría de lugares del mundo, a niños autistas son extremadamente dañinos y llevan a traumas.
Las verdaderas terapias para gente del espectro autista no buscan “arreglarlos”, sino que ayudan al individuo a comprender mejor el ámbito de las relaciones sociales (algo que a la mayoría les cuesta). Por ejemplo, a una persona con autismo se le puede ayudar a detectar el sarcasmo o las metáforas, ya que mucha gente con TEA suelen interpretar las cosas de manera literal.
Estas intervenciones deben ser realizadas con empatía, paciencia y adaptándose a cada paciente, ya que cada persona autista es diferente y tienen problemas en diferentes áreas. El “grado de funcionalidad” no suele ser una escala del 1 al 10, una persona con autismo puede ser “altamente funcional” en algunas áreas y tener dificultades extremas y necesitar de mucho apoyo en otras.
¿Pero qué hace al autismo una discapacidad? Al oír esta palabra, la mayoría pensamos en alguien que necesita, por ejemplo, una silla de ruedas. Aquello que no es físico es “menos visible”, pero eso no significa que no exista. En primer lugar, la gente con autismo suele ser más sensible en cuanto a los sentidos, lo que puede provocarles gran incomodidad, dolores de cabeza o incluso ataques de ansiedad si se hallan en un entorno que los estimula demasiado (por ejemplo, las luces intermitentes de las discotecas o un ambiente ruidoso). Debido a esto, muchas personas autistas optan por llevar cascos o incluso audífonos, al igual que la gente con trastornos sensoriales. En las terapias antes mencionadas también se les puede enseñar técnicas de relajación para reducir el impacto de los ataques de ansiedad, ya que si están muy nerviosos pueden hacerse daño sin darse cuenta (morderse las uñas, arrancarse la piel, apretar demasiado los músculos, etc).
Por tanto, suelen necesitar acomodaciones en su puesto de trabajo o lugar de estudio justo igual que la gente con discapacidades físicas, no las requieren más por el hecho de que su discapacidad no se ve a primera vista. Además, por el estrés al que se enfrentan y poder sentirse diferentes o aislados frente a los demás, tienen un mayor riesgo de desarrollar ansiedad y depresión. En conclusión, el autismo sí se considera una discapacidad, ya que pone muchos obstáculos en las vidas de aquellos con esta condición. Para disminuir estas dificultades es importante concienciar al público para que sean más comprensivos y que más lugares de trabajo y estudio tengan acomodaciones para ellos.
Algunos piensan que se trata de, simplemente, una “manera distinta de operar y ser”. Por desgracia, las personas con autismo deben hacer frente a muchas dificultades y en ocasiones necesitan apoyos y acomodaciones, al igual que aquellos con discapacidades más “obvias”. Cabe destacar que el autismo no es una enfermedad mental y no existe “cura”. Estos “tratamientos milagrosos”, ya prohibidos en la mayoría de lugares del mundo, a niños autistas son extremadamente dañinos y llevan a traumas.
Las verdaderas terapias para gente del espectro autista no buscan “arreglarlos”, sino que ayudan al individuo a comprender mejor el ámbito de las relaciones sociales (algo que a la mayoría les cuesta). Por ejemplo, a una persona con autismo se le puede ayudar a detectar el sarcasmo o las metáforas, ya que mucha gente con TEA suelen interpretar las cosas de manera literal.
Estas intervenciones deben ser realizadas con empatía, paciencia y adaptándose a cada paciente, ya que cada persona autista es diferente y tienen problemas en diferentes áreas. El “grado de funcionalidad” no suele ser una escala del 1 al 10, una persona con autismo puede ser “altamente funcional” en algunas áreas y tener dificultades extremas y necesitar de mucho apoyo en otras.
¿Pero qué hace al autismo una discapacidad? Al oír esta palabra, la mayoría pensamos en alguien que necesita, por ejemplo, una silla de ruedas. Aquello que no es físico es “menos visible”, pero eso no significa que no exista. En primer lugar, la gente con autismo suele ser más sensible en cuanto a los sentidos, lo que puede provocarles gran incomodidad, dolores de cabeza o incluso ataques de ansiedad si se hallan en un entorno que los estimula demasiado (por ejemplo, las luces intermitentes de las discotecas o un ambiente ruidoso). Debido a esto, muchas personas autistas optan por llevar cascos o incluso audífonos, al igual que la gente con trastornos sensoriales. En las terapias antes mencionadas también se les puede enseñar técnicas de relajación para reducir el impacto de los ataques de ansiedad, ya que si están muy nerviosos pueden hacerse daño sin darse cuenta (morderse las uñas, arrancarse la piel, apretar demasiado los músculos, etc).
Por tanto, suelen necesitar acomodaciones en su puesto de trabajo o lugar de estudio justo igual que la gente con discapacidades físicas, no las requieren más por el hecho de que su discapacidad no se ve a primera vista. Además, por el estrés al que se enfrentan y poder sentirse diferentes o aislados frente a los demás, tienen un mayor riesgo de desarrollar ansiedad y depresión. En conclusión, el autismo sí se considera una discapacidad, ya que pone muchos obstáculos en las vidas de aquellos con esta condición. Para disminuir estas dificultades es importante concienciar al público para que sean más comprensivos y que más lugares de trabajo y estudio tengan acomodaciones para ellos.