
El tele-trabajo se posiciona como alternativa a la crisis
La nueva realidad y la digitalización de los sectores para hacer frente a la COVID-19
La COVID-19 ha dejado un escenario totalmente nuevo y desconocido para los distintos sectores. La digitalización ha adquirido casi el mismo protagonismo que la propia crisis, pues en un escenario de continuo cambio y de una adaptación vertiginosa las empresas, los trabajadores y los estudiantes y profesores han tenido que adaptarse con mayor rapidez de la que podían imaginar. Aquellas empresas, que por falta de recursos u otros factores no han podido adaptarse han sido las más perjudicadas, dejando sin trabajo a miles de españoles. Los ERTE han sido también uno de los temas más mentados en los distintos medios de comunicación y los estudiantes universitarios los grandes olvidados de esta crisis. Por tanto, es necesario recoger el testimonio de varias personas que se han visto afectadas por esta crisis y que pueden arrojar algo de luz a la situación actual de España.
Arantxa Terol de 35 años es Administrativa en Atenzia, empresa que se dedica a la tele-asistencia a personas mayores y/o dependientes. La COVID-19 ha afectado a todo el mundo, incluidas empresas que, como esta, ofrecen un servicio de asistencia 24h a personas que lo necesiten y que, por tanto, son de primera necesidad. Arantxa y sus compañeros han tenido que adaptarse a la pandemia en tiempo record para seguir facilitando dicho servicio. A lo largo de la entrevista comentaba: “No tuvimos tiempo de reaccionar, el Estado de Alarma nos pilló desprevenidos y tuvimos que adaptarnos rápidamente para seguir dando un servicio completo y eficaz”. Las personas mayores son la población con más riesgo de contagio y, por tanto, las más vulnerables al virus. “Para los empleados de Atenzia los más importante es y será siempre atender a la mayor brevedad cualquier urgencia que se presente en casa de algún usuario” así continuaba narrando Arantxa la adaptación a la nueva situación a consecuencia de la pandemia.
El Estado de Alarma se decretó un sábado y no fue hasta el jueves siguiente cuando Arantxa empezó a tele-trabajar. “Primero se preguntó al personal si disponía de un ordenador en casa desde el que pudiese trabajar, después se fueron adaptando todos los ordenadores personales a los programas con los que trabajamos aquí. Es importante entender que nosotros trabajamos con Diputación de Valencia, con Consellería, con Ayuntamiento de Valencia y también con particulares y que, por tanto, la información que manejamos es sensible y está ubicada en unos servidores que tuvimos que instalar en nuestros ordenadores con la ayuda de los informáticos de la empresa. Por supuesto se dio prioridad a compañeras tele-operadoras, pues son el motor de la empresa, junto con los que se desplazan a los domicilios”. La empresa ha seguido funcionando durante el confinamiento exactamente igual que antes de este, con la salvedad de que todo aquel que no fuese imprescindible presencialmente trabajaría desde casa, así contaba Arantxa su experiencia.
Accede desde aquí a nuestra galería de fotos: https://www.instagram.com/p/CAqIl4qquhP/?igshid=eupuorekvo9l
También se le ha preguntado por el confinamiento y la adaptación al tele-trabajo, a lo que ha contestado: “Al principio fue todo muy extraño, me costó adaptarme una semana o así y a lo largo de estos días he de reconocer que prefiero ir a la oficina, me cuesta más concentrarme en casa donde hay más gente trabajando o estudiando y cuando tengo alguna incidencia tengo que llamar a unos y a otros, es como que lo que antes se hacía en poco tiempo ahora es un proceso más largo y tedioso, aunque es cierto que yo me siento una afortunada porque hay muchas personas que no han podido conservar sus puestos de trabajo a consecuencia de la crisis”. Sin embargo, adaptarse a esta nueva forma de trabajo no ha sido el único obstáculo que comentaba Arantxa: “Solo tenemos un ordenador de sobremesa en casa, mi padre trabaja y mi hermana estudia y trabaja. Hemos tenido que ir turnándonos el ordenador unos y otros, pues hay ciertas cosas que desde los portátiles no se pueden hacer y esto ha sido quizá lo más complicado de esta situación, el tener que organizarnos todos en casa, pues todas las tareas son prioritarias y tienen sus fechas de vencimiento”.
Arantxa concluía diciendo: “La verdad es que esta nueva realidad a la que nos enfrentamos no ha dejado indiferente a nadie y lo que está claro es que a partir de ahora las empresas se van a tener que adaptar a la digitalización para poder hacer frente a nuevas crisis que como la COVID han arrasado con un estilo de vida que estaba intrínseco en el ADN de los españoles y que por desgracia ha dejado un gran número de victimas, tanto mortales como sociales”.
Según datos del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, en España pueden trabajar un 22% de las personas ocupadas que podrían, por las características de su empleo, realizar el tele-trabajo sin ningún tipo de problemas. Sin embargo, en 2019 el trabajo desde casa se situaba por debajo del 5%.
La pandemia ha provocado que estas expectativas de posibilidad se queden incluso cortas. Una encuesta de la Generalitat Valenciana sobre el impacto del COVID-19 indica que el 35% de los trabajadores está tele-trabajando durante los meses de marzo y abril, superando ampliamente a lo planteado por el IVIE.
La pandemia también ha llegado a los bolsillos de gente, de familias que ven como apenas generan ingresos, por la aparición de los ERTES (Expediente Regulador Temporal de Empleo) que muchas empresas han decido llevar a cabo, con lo cual es un tiempo que dejan de trabajar, de generar ingresos y beneficios, para afrontar pagos como la hipoteca, el gas o la luz. Miles de ciudadanos se han visto afectados por lo que han tenido que realizar un gran esfuerzo para salir adelante:
María José, trabaja en un sector pequeño que ha sido de los más afectados, es peluquera y hasta hace bien poco no ha podido volver a trabajar, pero gracias sus ahorros ha podido sobrevivir durante toda la cuarentena: “Ha sido un ingreso menos, unos 400 euros menos. Gracias a dios como no hemos podido salir a ningún lado hemos pagado: la casa, la luz, el gas...”.
A diferencia de otros casos que, todavía, no han recibido el pago del ERTE, ella reconoce haber tenido mucha fortuna: “Yo he tenido mucha suerte porque a mí me han pagado el día 3 de abril lo de marzo, y el día 3 de mayo lo de abril, así que he podido subsistir con lo que me han pagado, por fortuna”. A más de uno le ha pillado por sorpresa y desconocía la existencia de un ERTE: “No lo conocía, no sabía de lo que iba, ahora ya más o menos lo entiendo. Si lo había escuchado de gente de las grandes empresas, pero en un sector de empresas pequeñas nunca, como en mi caso la peluquería, nos ha sorprendido a todos”.
Los autónomos también se han visto dañados, tenían la pequeña esperanza de que se perdonaran las cuotas, ya que más de uno por las circunstancias excepcionales que nos rodean no ha podido continuar con su actividad. No fue así, el Gobierno, decidió aplazar el pago de la cuota de los autónomos. Ante esta situación algunas comunidades Autónomas prestaron ayudas. En el caso de la Comunidad Valenciana un Decreto Ley que entre algunas medidas contiene: ayudas de hasta 1.500 euros para negocios que hayan tenido que cerrar, de hasta 750 euros para los que tengan disminución de ingresos, medidas que para algunos no han sido justas: “Las ayudas a los autónomos han sido solo para los que han perdido el 75% de los ingresos, me parece una barbaridad en mi opinión si pierdes la mitad de tus ingresos como es mi caso ya deberías tener ayuda. A finales de marzo me cobraron la cuota, y la de abril me la han pospuesto”.
“Por regla general, España es muy injusta con los autónomos. Si empiezas a mirar el número de ingresos, el porcentaje que los autónomos aportan a la economía es bastante alto, en relación a los beneficios que ellos adquieren. A no ser que seas autónomo que acaba de abrir, en cuyo caso, te cobran durante el primer año una cuota mínima, tú tienes que pagar casi 300 euros al mes de base, si facturas más pues pagas más. Estamos hablando de que empiezas al mes con 300 euros menos”, reconocía el periodista Paco Polit.
Los universitarios tampoco lo han tenido fácil para adaptarse a esta nueva situación. Hablando con Mireia Navarro, alumna de periodismo de la facultad CEU Cardenal Herrera, hemos podido saber que los universitarios, aunque están familiarizados con la tecnología, no lo han tenido fácil. “Al principio no lo cogimos muy en serio porque no sabíamos lo que realmente estaba pasando, pero pronto vimos que estábamos obligados adaptarnos a unas nuevas normas. Para mí no fue fácil, ya que este era mi último año de carrera y tenía previsto acabarlo de otra forma”, nos comenta la alumna.
En cuanto a la nueva forma de dar clases por parte de los profesores también hemos visto un cambio radical. “Es obvio que no es lo mismo dar clases online que poder estar de forma presencial. El cara a cara siempre ayuda a entender mejor cualquier explicación, aunque es cierto que la gran mayoría de los profesores se han adaptado a este sistema y nos han hecho fácil esta recta final”, confiesa Mireia, “pero no todo ha sido bueno, ya que nos han saturado a trabajos y deberes”.
“Aun así, creo que lo peor está por llegar. Ahora viene una época que es complicada para nosotros, tenemos muchos exámenes por delante y siempre se nos ponen cuesta arriba. En mi caso, mi método de estudio era reunirme con mis compañeros en la biblioteca y de este modo estudiar de forma conjunta y resolvernos las dudas mutuamente. Y no solo eso, sino que también aprovechamos para comer y despejar nuestras mentes”, dice Mireia sobre los exámenes que están a la vuelta de la equina.
También nos comentaba que “estudiar en casa y sin compañía, para mí, está siendo más complicado, aunque más complicado será la forma de hacer los exámenes. Estar frente a una pantalla sabiendo que te están vigilando y siendo consciente de que apenas puedes hacer algún movimiento, creo que nos va a hacer estar más tensos y más inseguros con nosotros mismos”. “Lo único que tenía en mente era acabar la carrera este año ya que tengo también mi TFG prácticamente acabado, pero cada día que pasa y veo que están más cerca los exámenes empiezo a asustarme y me da miedo no poder conseguir mi objetivo”, añade.
“Todo está en el aire y no sabemos cómo acabará todo esto, pero lo que está claro es que todos lo han sufrido por alguna u otra parte y que la única solución ha sido la de adaptarnos. Solo espero que todo esto pase pronto, que yo pueda acabar el curso de la mejor manera posible y que en el próximo curso ya podamos ver la normalidad a la que estamos acostumbrados, es decir, aulas llenas, bibliotecas llenas y un gran ambiente universitario”, confiesa para acabar.
Arantxa Terol de 35 años es Administrativa en Atenzia, empresa que se dedica a la tele-asistencia a personas mayores y/o dependientes. La COVID-19 ha afectado a todo el mundo, incluidas empresas que, como esta, ofrecen un servicio de asistencia 24h a personas que lo necesiten y que, por tanto, son de primera necesidad. Arantxa y sus compañeros han tenido que adaptarse a la pandemia en tiempo record para seguir facilitando dicho servicio. A lo largo de la entrevista comentaba: “No tuvimos tiempo de reaccionar, el Estado de Alarma nos pilló desprevenidos y tuvimos que adaptarnos rápidamente para seguir dando un servicio completo y eficaz”. Las personas mayores son la población con más riesgo de contagio y, por tanto, las más vulnerables al virus. “Para los empleados de Atenzia los más importante es y será siempre atender a la mayor brevedad cualquier urgencia que se presente en casa de algún usuario” así continuaba narrando Arantxa la adaptación a la nueva situación a consecuencia de la pandemia.
El Estado de Alarma se decretó un sábado y no fue hasta el jueves siguiente cuando Arantxa empezó a tele-trabajar. “Primero se preguntó al personal si disponía de un ordenador en casa desde el que pudiese trabajar, después se fueron adaptando todos los ordenadores personales a los programas con los que trabajamos aquí. Es importante entender que nosotros trabajamos con Diputación de Valencia, con Consellería, con Ayuntamiento de Valencia y también con particulares y que, por tanto, la información que manejamos es sensible y está ubicada en unos servidores que tuvimos que instalar en nuestros ordenadores con la ayuda de los informáticos de la empresa. Por supuesto se dio prioridad a compañeras tele-operadoras, pues son el motor de la empresa, junto con los que se desplazan a los domicilios”. La empresa ha seguido funcionando durante el confinamiento exactamente igual que antes de este, con la salvedad de que todo aquel que no fuese imprescindible presencialmente trabajaría desde casa, así contaba Arantxa su experiencia.
Accede desde aquí a nuestra galería de fotos: https://www.instagram.com/p/CAqIl4qquhP/?igshid=eupuorekvo9l
También se le ha preguntado por el confinamiento y la adaptación al tele-trabajo, a lo que ha contestado: “Al principio fue todo muy extraño, me costó adaptarme una semana o así y a lo largo de estos días he de reconocer que prefiero ir a la oficina, me cuesta más concentrarme en casa donde hay más gente trabajando o estudiando y cuando tengo alguna incidencia tengo que llamar a unos y a otros, es como que lo que antes se hacía en poco tiempo ahora es un proceso más largo y tedioso, aunque es cierto que yo me siento una afortunada porque hay muchas personas que no han podido conservar sus puestos de trabajo a consecuencia de la crisis”. Sin embargo, adaptarse a esta nueva forma de trabajo no ha sido el único obstáculo que comentaba Arantxa: “Solo tenemos un ordenador de sobremesa en casa, mi padre trabaja y mi hermana estudia y trabaja. Hemos tenido que ir turnándonos el ordenador unos y otros, pues hay ciertas cosas que desde los portátiles no se pueden hacer y esto ha sido quizá lo más complicado de esta situación, el tener que organizarnos todos en casa, pues todas las tareas son prioritarias y tienen sus fechas de vencimiento”.
Arantxa concluía diciendo: “La verdad es que esta nueva realidad a la que nos enfrentamos no ha dejado indiferente a nadie y lo que está claro es que a partir de ahora las empresas se van a tener que adaptar a la digitalización para poder hacer frente a nuevas crisis que como la COVID han arrasado con un estilo de vida que estaba intrínseco en el ADN de los españoles y que por desgracia ha dejado un gran número de victimas, tanto mortales como sociales”.
Según datos del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, en España pueden trabajar un 22% de las personas ocupadas que podrían, por las características de su empleo, realizar el tele-trabajo sin ningún tipo de problemas. Sin embargo, en 2019 el trabajo desde casa se situaba por debajo del 5%.
La pandemia ha provocado que estas expectativas de posibilidad se queden incluso cortas. Una encuesta de la Generalitat Valenciana sobre el impacto del COVID-19 indica que el 35% de los trabajadores está tele-trabajando durante los meses de marzo y abril, superando ampliamente a lo planteado por el IVIE.
La pandemia también ha llegado a los bolsillos de gente, de familias que ven como apenas generan ingresos, por la aparición de los ERTES (Expediente Regulador Temporal de Empleo) que muchas empresas han decido llevar a cabo, con lo cual es un tiempo que dejan de trabajar, de generar ingresos y beneficios, para afrontar pagos como la hipoteca, el gas o la luz. Miles de ciudadanos se han visto afectados por lo que han tenido que realizar un gran esfuerzo para salir adelante:
María José, trabaja en un sector pequeño que ha sido de los más afectados, es peluquera y hasta hace bien poco no ha podido volver a trabajar, pero gracias sus ahorros ha podido sobrevivir durante toda la cuarentena: “Ha sido un ingreso menos, unos 400 euros menos. Gracias a dios como no hemos podido salir a ningún lado hemos pagado: la casa, la luz, el gas...”.
A diferencia de otros casos que, todavía, no han recibido el pago del ERTE, ella reconoce haber tenido mucha fortuna: “Yo he tenido mucha suerte porque a mí me han pagado el día 3 de abril lo de marzo, y el día 3 de mayo lo de abril, así que he podido subsistir con lo que me han pagado, por fortuna”. A más de uno le ha pillado por sorpresa y desconocía la existencia de un ERTE: “No lo conocía, no sabía de lo que iba, ahora ya más o menos lo entiendo. Si lo había escuchado de gente de las grandes empresas, pero en un sector de empresas pequeñas nunca, como en mi caso la peluquería, nos ha sorprendido a todos”.
Los autónomos también se han visto dañados, tenían la pequeña esperanza de que se perdonaran las cuotas, ya que más de uno por las circunstancias excepcionales que nos rodean no ha podido continuar con su actividad. No fue así, el Gobierno, decidió aplazar el pago de la cuota de los autónomos. Ante esta situación algunas comunidades Autónomas prestaron ayudas. En el caso de la Comunidad Valenciana un Decreto Ley que entre algunas medidas contiene: ayudas de hasta 1.500 euros para negocios que hayan tenido que cerrar, de hasta 750 euros para los que tengan disminución de ingresos, medidas que para algunos no han sido justas: “Las ayudas a los autónomos han sido solo para los que han perdido el 75% de los ingresos, me parece una barbaridad en mi opinión si pierdes la mitad de tus ingresos como es mi caso ya deberías tener ayuda. A finales de marzo me cobraron la cuota, y la de abril me la han pospuesto”.
“Por regla general, España es muy injusta con los autónomos. Si empiezas a mirar el número de ingresos, el porcentaje que los autónomos aportan a la economía es bastante alto, en relación a los beneficios que ellos adquieren. A no ser que seas autónomo que acaba de abrir, en cuyo caso, te cobran durante el primer año una cuota mínima, tú tienes que pagar casi 300 euros al mes de base, si facturas más pues pagas más. Estamos hablando de que empiezas al mes con 300 euros menos”, reconocía el periodista Paco Polit.
Los universitarios tampoco lo han tenido fácil para adaptarse a esta nueva situación. Hablando con Mireia Navarro, alumna de periodismo de la facultad CEU Cardenal Herrera, hemos podido saber que los universitarios, aunque están familiarizados con la tecnología, no lo han tenido fácil. “Al principio no lo cogimos muy en serio porque no sabíamos lo que realmente estaba pasando, pero pronto vimos que estábamos obligados adaptarnos a unas nuevas normas. Para mí no fue fácil, ya que este era mi último año de carrera y tenía previsto acabarlo de otra forma”, nos comenta la alumna.
En cuanto a la nueva forma de dar clases por parte de los profesores también hemos visto un cambio radical. “Es obvio que no es lo mismo dar clases online que poder estar de forma presencial. El cara a cara siempre ayuda a entender mejor cualquier explicación, aunque es cierto que la gran mayoría de los profesores se han adaptado a este sistema y nos han hecho fácil esta recta final”, confiesa Mireia, “pero no todo ha sido bueno, ya que nos han saturado a trabajos y deberes”.
“Aun así, creo que lo peor está por llegar. Ahora viene una época que es complicada para nosotros, tenemos muchos exámenes por delante y siempre se nos ponen cuesta arriba. En mi caso, mi método de estudio era reunirme con mis compañeros en la biblioteca y de este modo estudiar de forma conjunta y resolvernos las dudas mutuamente. Y no solo eso, sino que también aprovechamos para comer y despejar nuestras mentes”, dice Mireia sobre los exámenes que están a la vuelta de la equina.
También nos comentaba que “estudiar en casa y sin compañía, para mí, está siendo más complicado, aunque más complicado será la forma de hacer los exámenes. Estar frente a una pantalla sabiendo que te están vigilando y siendo consciente de que apenas puedes hacer algún movimiento, creo que nos va a hacer estar más tensos y más inseguros con nosotros mismos”. “Lo único que tenía en mente era acabar la carrera este año ya que tengo también mi TFG prácticamente acabado, pero cada día que pasa y veo que están más cerca los exámenes empiezo a asustarme y me da miedo no poder conseguir mi objetivo”, añade.
“Todo está en el aire y no sabemos cómo acabará todo esto, pero lo que está claro es que todos lo han sufrido por alguna u otra parte y que la única solución ha sido la de adaptarnos. Solo espero que todo esto pase pronto, que yo pueda acabar el curso de la mejor manera posible y que en el próximo curso ya podamos ver la normalidad a la que estamos acostumbrados, es decir, aulas llenas, bibliotecas llenas y un gran ambiente universitario”, confiesa para acabar.