El enemigo de toda la sociedad: la violencia de género
Elsubmarino3 habla con Susana Gisbert, fiscal especializada en violencia de género y Paula Nuño, psicóloga, sexóloga y terapeuta de pareja para conocer más en profundidad esta lacra social
Hablar de violencia de género es hablar, desafortunadamente, de actualidad. La necesidad de combatir la lacra de la violencia de género es una asignatura pendiente, una desagradable realidad que viven diferentes mujeres sin importar la edad. Pues, si hablamos de cifras, 2019 terminó con el número más alto de asesinatos por violencia de género desde 2015 en España. Según la estadística elaborada por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, al menos 55 mujeres perdieron la vida a manos de sus parejas o exparejas. Si hablamos de 2020, en lo que llevamos de año el número desciende a 18. Y en total desde que empezaron a contabilizarse estas cifras, en el año 2003, 1.051 mujeres han sido asesinadas. Por este motivo, cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, designado en 1999 por la Asamblea General de la ONU.
![[Img #3596]](http://elsubmarino.periodismodigital.es/upload/images/05_2020/983_captura-de-pantalla-2020-05-22-a-las-131838.png)
Ante la imposibilidad de conseguir los datos concretos sobre la violencia de género durante el periodo de confinamiento, que puso a España en Estado de alarma el pasado 16 de marzo, se ha optado por hacer una recopilación de las víctimas por violencia de género a través de un gráfico interactivo. Este abarca desde el año 2003, cuando se empezó a tomar constancia oficial de las víctimas por violencia machista, hasta el mes de marzo de 2020, última fecha contabilizada por el Ministerio de Igualdad. https://flo.uri.sh/visualisation/2304227/embed
Según afirma la Real Academia Española la violencia de género se define como “cada uno de los delitos de lesiones, amenazas y coacciones, contra la integridad moral o la intimidad castigados con una pena más grave por tener como víctima una mujer que es o ha sido esposa del autor o estuvo ligada a él por una análoga relación de efectividad, aún sin convivencia y por haber sido cometidos como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres”. Es decir, la violencia de género incluye toda violencia física, sexual y psicológica contra la mujer.
Consecuencias y fases de la víctima
Pero, ¿la mujer es verdaderamente consciente de lo qué le está pasando desde el primer momento? La respuesta es no, pues tal y como establece Paula Nuño, Psicóloga, sexóloga y terapeuta de pareja, la mujer pasa por una serie de fases. En la primera, el comportamiento de la víctima es el de negación o racionalización. Es decir, busca la forma de justificar lo que le está haciendo su pareja. En la siguiente fase, la que se conoce como la explosión es “en la que la víctima experimenta gran indefensión, pudiendo llegar a experimentar síntomas disociativos como la despersonalización de lo que está sucediendo, lo que es habitual también en agresiones sexuales”, afirma Paula Nuño. Esta fase es crucial, pues es cuando la víctima suele pedir ayuda, decidiendo dejar al agresor y yéndose de casa. Sin embargo, la psicóloga, sexóloga y terapeuta afirma que “esta no es la más importante”. Es la tercera fase, la que se conoce como luna de miel en la que el agresor se arrepiente, pide perdón y promete a la víctima que va a cambiar. Aquí es dónde “hay que tener especial precaución”, establece Paula Nuño, ya que la víctima le puede creer, dejando así de lado cualquier iniciativa que esté realizando para poner fin a la situación de violencia que vive.
Pese a ello, “hay que recordar en todo momento que estas fases son cíclicas y repetitivas e incluso en ocasiones la fase tres se puede acortar e incluso desaparecer”, determina la psicóloga.
Otro aspecto que hay que tener en cuenta son las secuelas emocionales que le quedan a una mujer tras sufrir este tipo de violencia. Paula Nuño hace especial hincapié en que esto dependerá de muchos factores “tanto del tipo de violencia como de su severidad, resiliencia, apoyo psicológico y social de la víctima, entre otros”, afirma. Pese a esto, la psicóloga destaca que lo más habitual es que la víctima sufra desde estados depresivos, hasta ansiedad generalizada, sentimientos de vergüenza, fobia y culpa, así como otros tipos de trastornos relacionados con el pánico como podría ser una baja autoestima, adicciones, conductas sexuales inseguras o el completo rechazo a tener relaciones de este tipo.
El peligro del confinamiento
Con el inicio del confinamiento, la preocupación por lo que iba a pasar con las víctimas de violencia de género aumentó. El hecho de estar encerradas con su agresor sin posibilidad de salir de casa hacía que muchas entidades se temiesen lo peor. Para ello, numerosas iniciativas fueron creadas, tratando así de estar cerca de las víctimas y hacerles ver que no están solas. Una de estas fue la ’Mascarilla-19', que ponía a las farmacias en primera línea. El Consejo General de farmacéuticos ofreció al Gobierno poner la red de 22.102 farmacias al servicio de las víctimas de violencia de género. Se trata de una acción impulsada por los Colegios Oficiales de Farmacéuticos de Canarias en colaboración con el Gobierno de Canarias, desde donde se ha ido extendiendo a otras Comunidades Autónomas y puntos de España como País Vasco, Andalucía, Navarra, Cantabria, Ceuta o Melilla, entre otras. Además, hay otros Colegios Oficiales de Farmacéuticos que ya están estudiando cómo implantar esta campaña.
Con esta iniciativa se pretendía que las mujeres en peligro para su integridad física, psicológica y/o sexual, pudiesen acercarse a la farmacia y solicitar una “Mascarilla 19”. En el caso de que esto sucediese el personal farmacéutico realizaba una llamada para alertar de la situación a los servicios de emergencia.
También durante el Estado de alarma se han realizado diversos carteles por el Ministerio de igualdad, así como por administraciones locales y por particulares, sobre cómo actuar si una mujer sufre de violencia machista en su hogar, ya que está prohibido desplazarse a otros hogares y a otras provincias. Todas estas iniciativas se hacen con el único objetivo de ayudar y concienciar a la población.
A continuación, recopilamos los carteles realizados durante el covid-19:
Pese a esto, Susana Gisbert, fiscal especializada en violencia de género comenta que a pesar de que se esperaban muchos casos, lo cierto es que durante los meses del confinamiento ha habido una reducción. Sin embargo, advierte que no hay que bajar la guardia y que no significa que sea una reducción de la violencia de género, más bien a la imposibilidad para denunciar “se debe a una serie de factores que hacen que no se denuncie. Las mujeres están confinadas con su agresor y están dispuestas a aguantar ciertas cosas para mantener su vida a salvo”, argumenta Susana Gisbert, que continúa explicando que es lógico que durante el confinamiento se hayan paralizado porque "la violencia de género nace por una dominación del hombre a la mujer, pero si no se sale de casa no hay celos ni posesión".
En la actualidad es cuando se teme lo peor, ya que “a medida que el confinamiento se va haciendo más flexible vemos como vuelven a aumentar los casos, vuelve lo que es frecuente es los juzgados de violencia de género en cuanto al número de denuncias", explica la fiscal. “Tememos que la situación repunte y que haya un momento muy peligroso cuando el confinamiento termine”, argumenta que la raíz de la violencia de género es el machismo y la situación de dominación, “en el momento que se pueda salir de casa y las mujeres puedan tomar decisiones como una ruptura, va a haber un riesgo para la vida de las mujeres”.
Aunque todas las iniciativas para erradicar la violencia de género son bienvenidas, piensa que esta no estaba bien ejecutada, "hay que pensar que requiere que vaya una mujer sola a una farmacia a denunciar, y las víctimas pocas veces hacen algo sin que lo sepa el maltratador”.
Y es que el agresor ejerce un tipo de violencia sobre la víctima que es entendida como “un abuso de poder y control, el cual suele manifestarse en la mayoría de las ocasiones de forma psicológica, haciendo que la mujer modifique completamente su comportamiento o manera de pensar”, concluye Paula Nuño.
Hablar de violencia de género es hablar, desafortunadamente, de actualidad. La necesidad de combatir la lacra de la violencia de género es una asignatura pendiente, una desagradable realidad que viven diferentes mujeres sin importar la edad. Pues, si hablamos de cifras, 2019 terminó con el número más alto de asesinatos por violencia de género desde 2015 en España. Según la estadística elaborada por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, al menos 55 mujeres perdieron la vida a manos de sus parejas o exparejas. Si hablamos de 2020, en lo que llevamos de año el número desciende a 18. Y en total desde que empezaron a contabilizarse estas cifras, en el año 2003, 1.051 mujeres han sido asesinadas. Por este motivo, cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, designado en 1999 por la Asamblea General de la ONU.
Ante la imposibilidad de conseguir los datos concretos sobre la violencia de género durante el periodo de confinamiento, que puso a España en Estado de alarma el pasado 16 de marzo, se ha optado por hacer una recopilación de las víctimas por violencia de género a través de un gráfico interactivo. Este abarca desde el año 2003, cuando se empezó a tomar constancia oficial de las víctimas por violencia machista, hasta el mes de marzo de 2020, última fecha contabilizada por el Ministerio de Igualdad. https://flo.uri.sh/visualisation/2304227/embed
Según afirma la Real Academia Española la violencia de género se define como “cada uno de los delitos de lesiones, amenazas y coacciones, contra la integridad moral o la intimidad castigados con una pena más grave por tener como víctima una mujer que es o ha sido esposa del autor o estuvo ligada a él por una análoga relación de efectividad, aún sin convivencia y por haber sido cometidos como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres”. Es decir, la violencia de género incluye toda violencia física, sexual y psicológica contra la mujer.
Consecuencias y fases de la víctima
Pero, ¿la mujer es verdaderamente consciente de lo qué le está pasando desde el primer momento? La respuesta es no, pues tal y como establece Paula Nuño, Psicóloga, sexóloga y terapeuta de pareja, la mujer pasa por una serie de fases. En la primera, el comportamiento de la víctima es el de negación o racionalización. Es decir, busca la forma de justificar lo que le está haciendo su pareja. En la siguiente fase, la que se conoce como la explosión es “en la que la víctima experimenta gran indefensión, pudiendo llegar a experimentar síntomas disociativos como la despersonalización de lo que está sucediendo, lo que es habitual también en agresiones sexuales”, afirma Paula Nuño. Esta fase es crucial, pues es cuando la víctima suele pedir ayuda, decidiendo dejar al agresor y yéndose de casa. Sin embargo, la psicóloga, sexóloga y terapeuta afirma que “esta no es la más importante”. Es la tercera fase, la que se conoce como luna de miel en la que el agresor se arrepiente, pide perdón y promete a la víctima que va a cambiar. Aquí es dónde “hay que tener especial precaución”, establece Paula Nuño, ya que la víctima le puede creer, dejando así de lado cualquier iniciativa que esté realizando para poner fin a la situación de violencia que vive.
Pese a ello, “hay que recordar en todo momento que estas fases son cíclicas y repetitivas e incluso en ocasiones la fase tres se puede acortar e incluso desaparecer”, determina la psicóloga.
Otro aspecto que hay que tener en cuenta son las secuelas emocionales que le quedan a una mujer tras sufrir este tipo de violencia. Paula Nuño hace especial hincapié en que esto dependerá de muchos factores “tanto del tipo de violencia como de su severidad, resiliencia, apoyo psicológico y social de la víctima, entre otros”, afirma. Pese a esto, la psicóloga destaca que lo más habitual es que la víctima sufra desde estados depresivos, hasta ansiedad generalizada, sentimientos de vergüenza, fobia y culpa, así como otros tipos de trastornos relacionados con el pánico como podría ser una baja autoestima, adicciones, conductas sexuales inseguras o el completo rechazo a tener relaciones de este tipo.
El peligro del confinamiento
Con el inicio del confinamiento, la preocupación por lo que iba a pasar con las víctimas de violencia de género aumentó. El hecho de estar encerradas con su agresor sin posibilidad de salir de casa hacía que muchas entidades se temiesen lo peor. Para ello, numerosas iniciativas fueron creadas, tratando así de estar cerca de las víctimas y hacerles ver que no están solas. Una de estas fue la ’Mascarilla-19', que ponía a las farmacias en primera línea. El Consejo General de farmacéuticos ofreció al Gobierno poner la red de 22.102 farmacias al servicio de las víctimas de violencia de género. Se trata de una acción impulsada por los Colegios Oficiales de Farmacéuticos de Canarias en colaboración con el Gobierno de Canarias, desde donde se ha ido extendiendo a otras Comunidades Autónomas y puntos de España como País Vasco, Andalucía, Navarra, Cantabria, Ceuta o Melilla, entre otras. Además, hay otros Colegios Oficiales de Farmacéuticos que ya están estudiando cómo implantar esta campaña.
Con esta iniciativa se pretendía que las mujeres en peligro para su integridad física, psicológica y/o sexual, pudiesen acercarse a la farmacia y solicitar una “Mascarilla 19”. En el caso de que esto sucediese el personal farmacéutico realizaba una llamada para alertar de la situación a los servicios de emergencia.
También durante el Estado de alarma se han realizado diversos carteles por el Ministerio de igualdad, así como por administraciones locales y por particulares, sobre cómo actuar si una mujer sufre de violencia machista en su hogar, ya que está prohibido desplazarse a otros hogares y a otras provincias. Todas estas iniciativas se hacen con el único objetivo de ayudar y concienciar a la población.
A continuación, recopilamos los carteles realizados durante el covid-19:
Pese a esto, Susana Gisbert, fiscal especializada en violencia de género comenta que a pesar de que se esperaban muchos casos, lo cierto es que durante los meses del confinamiento ha habido una reducción. Sin embargo, advierte que no hay que bajar la guardia y que no significa que sea una reducción de la violencia de género, más bien a la imposibilidad para denunciar “se debe a una serie de factores que hacen que no se denuncie. Las mujeres están confinadas con su agresor y están dispuestas a aguantar ciertas cosas para mantener su vida a salvo”, argumenta Susana Gisbert, que continúa explicando que es lógico que durante el confinamiento se hayan paralizado porque "la violencia de género nace por una dominación del hombre a la mujer, pero si no se sale de casa no hay celos ni posesión".
En la actualidad es cuando se teme lo peor, ya que “a medida que el confinamiento se va haciendo más flexible vemos como vuelven a aumentar los casos, vuelve lo que es frecuente es los juzgados de violencia de género en cuanto al número de denuncias", explica la fiscal. “Tememos que la situación repunte y que haya un momento muy peligroso cuando el confinamiento termine”, argumenta que la raíz de la violencia de género es el machismo y la situación de dominación, “en el momento que se pueda salir de casa y las mujeres puedan tomar decisiones como una ruptura, va a haber un riesgo para la vida de las mujeres”.
Aunque todas las iniciativas para erradicar la violencia de género son bienvenidas, piensa que esta no estaba bien ejecutada, "hay que pensar que requiere que vaya una mujer sola a una farmacia a denunciar, y las víctimas pocas veces hacen algo sin que lo sepa el maltratador”.
Y es que el agresor ejerce un tipo de violencia sobre la víctima que es entendida como “un abuso de poder y control, el cual suele manifestarse en la mayoría de las ocasiones de forma psicológica, haciendo que la mujer modifique completamente su comportamiento o manera de pensar”, concluye Paula Nuño.