Moverse entre las redes

Internet se ha convertido en el medio indicado para que los usuarios transformen su lucha por los movimientos sociales

La sociedad postmoderna del siglo XXI está compuesta por personas mucho más conscientes de su entorno, con gran sensibilidad por las causas sociales. Esto no es fruto del azar, y como buen resultado, la consecuencia es puramente atribuible a un hecho: internet. Los movimientos sociales han encontrado en las nuevas tecnologías una forma de activismo propia de un futuro más que presente en el que millones de individuos de todo el mundo se aúnan en la red para llevar a cabo sus reivindicaciones. Ya no hay vuelta atrás, estamos inmersos en la era de los movimientos sociales 2.0.

Fue con la llegada de los años noventa cuando esa herramienta novedosa llamada internet irrumpió en la vida de todos los individuos. Entre las posibilidades que ofrecía, los activistas encontraron la puerta perfecta para difundir por todo el globo las causas de los movimientos sociales. Ya lo adelantaba la Premio Nobel de la Paz Emily Green Banch con sus palabras: “la tecnología nos da las facilidades que disminuyen las barreras del tiempo y la distancia”, años antes de la llegada de internet. Adelantada a su tiempo, Banch supo identificar los beneficios ligados a una herramienta con tan altísimo potencial.

 

Entre los primeros casos en los que internet fue utilizado para trasladar las denuncias de movimientos sociales, encontramos el levantamiento indígena de Chiapas en el año 1994. El levantamiento fue comunicado por personas de todas las latitudes a través de sus correos electrónicos, constatando la violación de derechos humanos que se estaba sufriendo en México. El canciller José Ángel Gurría no dudó en describir este movimiento como “una guerra de tinta, de palabra escrita, una guerra en el Internet». Así, se establecía el punto de inflexión en la lucha por los movimientos sociales. Se abría una nueva puerta que llegaría a cualquier rincón del mundo. 

 

Actualmente, la sociedad tiene total libertad para difundir todos esos hechos e injusticias de las que es testigo, así como participar en distintas iniciativas ciudadanas a través de su teléfono móvil gracias al gran proceso de digitalización generalizada que experimenta todo nuestro entorno. Es durante los últimos diez años cuando las famosas redes sociales adquieren todo el protagonismo para el surgimiento y consolidación de los distintos movimientos sociales. En las redes, los mensajes pueden circular sin ningún tipo de censura gubernamental y llegar en cuestión de minutos a miles (o millones) de pantallas. 

 

El éxito y alcance de los movimientos, así como de las protestas sociales, viene determinado por la difusión transnacional de aquello que pertenece originalmente al ámbito local. Para hacerlo, las demandas de la ciudadanía circulan por el globo en forma de vídeos subidos a Youtube o en la reciente Tik Tok, de imágenes que se difunden por chats o en Instagram, e incluso a través de narrativas transmedia. A principios de los años 2000, cuando las TIC ya empezaban a dejar intuir su potencial en el mundo comunicativo, académicos como Keck y Sikkink ya hablaron en su artículo “Políticas boomerang” sobre cómo las partes transnacionales interesadas impactan en las corporaciones multinacionales en el contexto de la globalización. Así, se acuñó el concepto de  “efecto boomerang” para expresar la necesidad que experimentan las causas locales para lanzar sus denuncias al gran público transnacional en busca de ayuda y amparo. 

 

Un buen ejemplo sería el acontecido en el Diario de Alicante el 10 de diciembre de 2020. En dicha publicación, se relataba la historia de una familia originaria de Santa Pola que utilizó las redes para denunciar el abatimiento de un zorro cuyo cadáver había encontrado en el monte con claros signos de violencia. A través de la visibilización de esta causa, se obtuvieron un total de 1240 firmas para declarar la zona como paraje natural protegido libre de caza, y además se consiguió movilizar a diversas asociaciones animalistas para practicarle una necropsia al cuerpo del animal. 

 

El siglo XXI ha permitido a los movimientos sociales ser más horizontales y poseer una estructura menos organizada, pero no debemos confundirnos; es la necesidad de las multitudes y su voluntad por el cambio lo que lleva a la utilización de internet y nunca al revés. Los movimientos sociales no han nacido en ningún caso por el empleo de los recursos tecnológicos. Es la necesidad de cambio y transformación lo que nos lleva a congregarnos en un hashtag. Cuando la red comunicativa y la red activista se combinan, es cuando surgen las Primaveras Árabes o, en el caso español, los Indignados del 15 M. Bill Gates dijo “Internet se está convirtiendo en la plaza del pueblo de la aldea global del mañana”. Ocurre exactamente así, ¿de qué sirve una plaza si no hay inconformistas dispuestos a llenarlas? 

 

No han sido pocos los países que en el pasado reciente han intentado restringir el uso de internet entre la sociedad civil, pues eran conscientes del gran potencial que en él se alberga. Pese a eso, el ciberespacio no se puede acallar, y en todos los casos la ciudadanía encontró nuevas formas de colaboración para seguir con sus protestas en la red. Y es que, cuando una protesta es almacenada en la nube, esta se eterniza. La red de redes no puede ser silenciada. Así funcionan los movimientos sociales del siglo XXI, y para ellos, ningún tiempo pasado fue mejor. 

 

En este mapa interactivo se pueden observar algunas de las movilizaciones recientes en España en favor de determinadas causas sociales. Al clicar en los iconos se puede leer algo de información acerca de la movilización, como la fecha, el lugar o la causa por la que se llevaba a cabo.

 

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